Cuentan la historia de un país hecho por la inmigración golondrina y deshecho por los capitales golondrina.
Parece que la inmigración golondrina no era tan golondrina, que en las estadísticas figuran salidas netas de inmigrantes en invierno y entradas en verano, pero que no se trataba de los mismos tipos. El que se había hecho la América en cinco años y quería volver a Italia, se las picaba después de la cosecha; el que quería venir, llegaba justo en época de siega para no pasarse unos meses gastando plata en la misteriosa -y cara- Buenos Aires antes de empezar a laburar. Es decir que el patrón de entradas netas en verano y salidas en invierno no necesariamente indica que la gente fuera tan viajada como las golondrinas. Como quiera que fuese, la estacionalidad de la inmigración era saludable para la economía: venía la gente cuando más se la necesitaba.
Con los capitales la temporalidad no es tan adecuada. Vienen en los "veranitos" y se van cuando "hay que pasar el invierno". ¿Por qué? En una economía abierta, como la de Argentina, la tasa de interés regula el ciclo económico; en contextos internos y externos favorables, el país es confiable, los capitales (de dueños nacionales o importados) entran, la tasa es baja, la gente gasta y la economía se expande; y al revés cuando viene el ofri: las golondrinas pasan a ser una rara avis. Los capitales no siguen al ciclo económico sino que en buena medida lo provocan.
El problema es cuando se van: si en términos netos se importaron capitales, entonces el país se endeudó: los late 70s o los 90s, ponele. Que se vayan los capitales quiere decir que hay que pagar esas deudas. Cuando más te endeudaste, más riesgo de que no puedas pagar, y despuntará la amenaza del default público o privado; cuanto más te endeudaste, más habrá que ajustar el cinturón (particularmente, comprimiendo importaciones) para devolver capital e intereses.
¿Mejor espantar a los capitales golondrina desde el vamos que aceptar su volátil turismo? El gobierno presenta el argumento pasando por el tipo de cambio real. Si entran capitales se aprecia el tipo de cambio real y se ataca el corazón de la -llamémosla así- estrategia económica oficial: se detienen la exportación y la sustitución de importaciones y disminuye el superávit comercial. Eso puede ser lamentable en sí mismo (imagino a plumas como la de Muchnik denunciando el "empeoramiento" de la balanza comercial) o puede ser peligroso para un futuro en el que a las golondrinas les agarre nostalgium septentrionalis, como seguramente piensa Lavagna.
Tomemos el segundo de estos argumentos, que es el más defendible. En la Ciencia Maldita tenemos dos reservas respecto a la posición lavagnista. La primera equipara el control de capitales a una política de enfriamiento de la economía, y duda de su necesidad; la segunda postula que, si el enfriamiento fuera necesario, el control de capitales no es el mejor instrumento.
¿Por qué el control de capitales no es ni más, ni menos, que una política de enfriamiento de la economía? Veamos qué tiene que ocurrir para que sea cierto que frenando los capitales detenés la apreciación del tipo de cambio real. ¿Cómo es el camino a la apreciación? Si la política monetaria es como ahora -tipo de cambio nominal fijo de facto- tiene que ser cierto que los precios internos subirían más con entrada de capitales que sin ella.
No hay, como se machaca por todos lados, una cadena entrada de capitales -> emisión -> inflación. La entrada de capitales no requiere más emisión per se. Si traigo guita para comprar acciones, posiblemente tenga que comprar pesos a cambio, pero ¿por qué subiría la demanda de dinero del chabón al que le doy los pesos a cambio de las acciones? El se habrá pasado de acciones a dólares o a otra cosa, y esos pesos adicionales volverían al Central -- salvo que por algún motivo independiente haya aumentado la demanda de dinero.
Pero si el problema es el aumento en la demanda de dinero, entonces no hay por qué preocuparse por la emisión. La emisión es inflacionaria cuando no hay demanda de dinero adicional. Si se emite a tipo de cambio constante quiere decir que el precio que equilibra el mercado monetario -el tipo de cambio nominal- no se está moviendo, y por lo tanto la demanda de dinero está creciendo a la par de la oferta. Concedido: si no emitieras, ese aumento de la demanda de dinero te tiraría abajo el dólar y algunos precios. Por este lado sí es cierto que con emisión tenés el dólar y algunos precios más altos que sin emisión. Pero no es muy correcto decir que la emisión es inflacionaria. Lo inflacionario es tener el dólar donde lo tenés.
Si no es por el camino entrada de capitales -> emisión -> inflación, ¿por qué, entonces, subirían más los precios con más invasión de golondrinas? Fijos los transables por la política cambiaria, subirían los precios que dependen de la demanda interna: los no transables. Es decir, la demanda interna es mayor con entrada de capitales. ¿Por qué? Muy sencillo: si las restricciones a la entrada de capitales son efectivas -lo que requeriría toda una discusión independiente- la tasa de interés va a ser más alta y la demanda agregada menos pujante. Quien niegue el efecto de los controles sobre la tasa de interés, tendrá que negar el efecto sobre la demanda agregada, sobre los precios internos y, por lo tanto, sobre la apreciación real: el control de capitales sólo sirve para evitar la apreciación real si contiene a la demanda agregada.
¿Queremos enfriar la economía? "Lavagna me puede decir que la prefiere tibia y yo más calentita", dice K. Creo que tiene razón. Todavía tenemos bastante desempleo, así que la tasa de interés más baja puede acercar la economía a su nivel potencial. Claro que con la economía a capacidad plena es mayor la demanda por bienes que se exportan y que se importan, y por lo tanto menor el superávit de comercio. Pero ¿cuál es el plan aternativo? ¿Tener desempleo para que no "peligren las cuentas externas"?
Supongo que no. Supongo que la idea es que con una tasa de interés más alta la composición de la demanda agregada para un mismo nivel de producto es diferente: tiene más superávit comercial pero menos consumo y -sobre todo- menos inversión. Enfriando la economía ahora, se contienen los costos locales y la recuperación se da por el lado de la balanza comercial.
Pero si ese es todo el objetivo, ¿por qué no vamos al grano? Con la política fiscal se puede hacer lo mismo, pero mejor: enfriar la economía -acá estamos en contra, pero pongámosle que no- y además elegir con qué componentes de la demanda enfriarla. Por ahí querés que el enfriamiento no sea privado sino público: bajá el gasto. Por ahí querés que sólo baje el consumo pero no la inversión: subí el IVA y entregá subsidios a la inversión. O por ahí sos como yo: no te gusta crecer tan rápido. Poné, no sé, impuestos a la inversión.
La Ciencia Maldita recomienda: back to basics, usemos la política fiscal y dejémonos de hinchar con la entrada de capitales. Ah, salvo que sea justamente para hinchar un poco y poder llamarnos heterodoxos. Eso sí sería genial. Pero lo discutimos en otro post.
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