viernes, septiembre 16, 2005
mi debut no confirmado como economista jefe de la revista Sophia
"lo que hace unos años era una complicada aventura legal es hoy una industria hecha y derecha. los donantes de esperma proveen la materia prima, a un costo probablemente nulo para ellos: se trata solamente de que el producto caiga sobre un frasquito en lugar de estrellarse -como temía woody allen cuando personificó a un espermatozoide- sobre una revista pornográfica. como indica la ley de la oferta y la demanda, el precio de mercado de esa materia prima tan abundante es módico (unos 50 dólares, mucho menos que un barril de petróleo), salvo que se trate de ediciones de lujo: en la universidad de harvard hay carteles ofreciendo a los estudiantes de doctorado redirigir sus emisiones íntimas hacia bancos de esperma por valores que duplican o triplican ese monto. también como sucede a menudo -y mucho más en una industria nueva- el intermediario se queda con la parte del león. las mujeres que no soportan más el tic tac del reloj biológico y no quieren hacer del sexo casual un evento maternal pagan alrededor de 300 dólares por la donación. debería esperarse que una mayor competencia en este mercado reduzca el margen de los laboratorios, pero ellos argumentan que los costos tecnológicos de la conservación y los derivados de posibles demandas legales justifican la ganancia".
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