Pocas veces el sistema político argentino funcionó en lo que podría llamarse su régimen canónico. Me refiero a una situación de imperio de la constitución bajo condiciones de una al menos tolerable estabilidad económica.
Funcionando a régimen, nuestro sistema es híper presidencialista, en gran medida por el poder nacional para dominar situaciones locales, y la influencia de esas situaciones locales en las elecciones nacionales. No es un poder ilimitado: crisis económicas como la de 1890, 1929, 1989 o 2001 minaron el poder presidencial. Pero si al presidente le toca administrar cierto nivel mínimo de prosperidad, tiene con qué afianzar su poder político.
Pero inclusive en esas condiciones hay una barrera última para el poder absoluto: la no reelección o, más recientemente, la reelección limitada. Aun cuando el gobierno pueda ser el gran elector, rara vez ha encontrado el presidente saliente sucesores, o candidatos a sucesores, a la vez confiables y presentables. Menem no lo encontró; Yrigoyen tampoco, aunque pudo volver; Roca creyó encontrarlo en su cuñado pero finalmente lo traicionó; con sus particularidades, del propio Duhalde puede decirse algo parecido.
He ahí una carta de oro de Néstor: tiene un sucesor. A certain lady. Lindo experimento para el sistema político argentino.
Funcionando a régimen, nuestro sistema es híper presidencialista, en gran medida por el poder nacional para dominar situaciones locales, y la influencia de esas situaciones locales en las elecciones nacionales. No es un poder ilimitado: crisis económicas como la de 1890, 1929, 1989 o 2001 minaron el poder presidencial. Pero si al presidente le toca administrar cierto nivel mínimo de prosperidad, tiene con qué afianzar su poder político.
Pero inclusive en esas condiciones hay una barrera última para el poder absoluto: la no reelección o, más recientemente, la reelección limitada. Aun cuando el gobierno pueda ser el gran elector, rara vez ha encontrado el presidente saliente sucesores, o candidatos a sucesores, a la vez confiables y presentables. Menem no lo encontró; Yrigoyen tampoco, aunque pudo volver; Roca creyó encontrarlo en su cuñado pero finalmente lo traicionó; con sus particularidades, del propio Duhalde puede decirse algo parecido.
He ahí una carta de oro de Néstor: tiene un sucesor. A certain lady. Lindo experimento para el sistema político argentino.
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