En verdad, hay que situar la emergencia de las guerrillas urbanas latinoamericanas en el contexto de la era de mayor crecimiento de la historia económica mundial, los años de posguerra en que se produjo la invención de la juventud como target del capitalismo tecnológico: de ahí las alucinaciones de París 68 que Hobsbawm descalifica con tenaz ironía inglesa. En la Argentina, en particular, lo que permitió que miles de jóvenes de clase media pudieran preguntarse qué podían hacer políticamente por los pobres fueron los beneficios derivados de la política industrial de Frondizi y la política financiera de Krieger Vasena, ministro de Onganía.
A veces los protagonistas de entonces pronuncian las palabras "errores" o "autocrítica". Lamentablemente, la militarización y la radicalización de los movimientos revolucionarios se llevó consigo la buena voluntad de miles de jóvenes y no tan jóvenes, y el discurso de los "errores" suena hoy casi tan desafortunado como el de los "excesos" que blandían los militares (casi tan idiotas como hijos de puta) cuando veían venir la derrota cultural.
No hubo sólo "errores". Fue todo un gran error. Los delirios flagrantes del comandante Guevara se basaron sobre un diagnóstico político que era un auténtico dislate, y su mesianismo tiene bien merecido el lugar que su rostro ocupa hoy como emblema mercantil.
lunes, marzo 20, 2006
la agudeza del materialismo histórico
Hay ocasiones en las que la evolución dialéctica de los materiales que tejen este universo produce párrafos iluminadísimos:
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