Esta semana me llegaron tres papeles lindos para la "discusión pública", que es de lo que se trata este blog: no tanto como política, no tanto como académica. Dice la Real Academia:
Discusión pública: [fig.fam.] chamuyo *mínimamente* informado.
No tengo tiempo de discutirlos ahora, pero les tiro los tres argumentos. Roberto Frenkel dice que el veneno de la apreciación cambiaria mata lentamente (como el amor, o la vida misma que acaba de apagarnos una semana más). La víctima de marras es Brasil, o "el Brasil", como me corrige la señora correctora del libro de macro (también "el Japón", aunque no llegó a tanto como "la Rusia" -- me pregunto cuál es el criterio, como cuál es el criterio para poner el artículo delante de los equipos de fútbol: parece ser que simplemente a los clubes extranjeros se les pone artículo, como el Real o el Barca, e inclusive "el River Plate" cuando lo relata un colombiano). Estoy planeando coincidir con Frenkel en la idea de que a Brasil le conviene depreciar un poco, aunque no estoy seguro de compartir todos sus argumentos.
Segundo paper: un consultor que desde que en 1994 la Doble Ele fue eliminada del abecedario comparte las verdaderas iniciales de Rollo (L.L.) dice que a Kirchner le empezaron a jugar en contra las elasticidades. "Malditas elasticidades!", exclama, ignorando que desde el fondo de su cráneo dos neuronas han establecido la asociación entre lo maldito y la economía a partir de la lectura de este blog. Las elasticidades malditas son la empleo-producto (cuánto sube el empleo con un aumento de 1% en el producto) y la precios-producto (cuánto suben los precios con ídem). Igual que con Frenkel, no sé si comparto el argumento pero sí las conclusiones. No estoy seguro de que me guste hablar de "elasticidad empleo" cuando la economía está cerca del pleno empleo: prefiero el más llano "productividad". Y decididamente I'm not a Phillips Curve man, cosa que ya hemos discutido. Si me dibujaras la misma curva pero en el eje vertical está el tipo de cambio real, en lugar de los precios, charlamos. Y decimos que hay un camino distinto. En todo caso, estas leves diferencias de perspectiva con mi Tocayo de Siglas no alteran la esencia de la nueva etapa que él está describiendo. El desempleo de un dígito es una noticia felicísima con conclusiones infelicísimas para el activismo de la política económica, que podrían resumirse en "Paren la mano, muchachi".
Sobre el autor del tercero de esos escritos tengo prohibido decir cualquier cosa pero no puedo evitar mencionar que compartimos ciertos colores y que, en consecuencia, viviremos un fin de semana de locos. En este trabajo también hay dos etapas, pero su diferencia no está tanto en las condiciones económicas subyacentes como en la política económica. Nestorio tuvo su Octubre, y un Terror Rojo asoma en el manejo de la economía. No es que los números fiscales estén rojos, pero el hombre señala que se han vuelto rosados. Hay una colisión entre el objetivo declarado de mantener el tipo de cambio real y una política fiscal expansiva que acompaña a un humor ciudadano también más dispendioso, dice. Además, la demanda de dinero ha llegado al tope, lo que hace a la política monetaria inevitablemente inflacionaria. ¿Consecuencias? Sin una ortodoxización, un stop con caracterísiticas inflacionarias podría seguir al actual go. La Ciencia Maldita opina que la actual tasa de inversión hace improbable este escenario, y que la apreciación real es inevitable y no necesariamente un obstáculo considerando el nivel absurdo de competitividad de la economía argentina.
Buen fin de semana para todos, especialmente a Roger, a David, a Pablo Vitti y a Hernanii, que está llegando tarde a su propio casamiento. Felizmente, su novia también.
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