viernes, mayo 12, 2006

defensa científica de la astrología

Rollo: Leo ascendente Leo, ¿vos?

El economista freak que ayer proponía que los jugadores nacidos en enero, febrero y marzo eran mejores hoy se echa parcialmente atrás. Algún lector suyo sí hizo el trabajo duro, y para los mundiales no se cumple que haya más jugadores nacidos en el primer trimestre. Él insiste con que en la National Hockey League sí se cumple, pero bueno, eso puede ser porque para el hockey sobre hielo si naciste en invierno (de allá) te gusta más el frío.

En todo caso, si se diera, no entiendo por qué el NYTimes despachó con tanta alegría, y casi con sorna, el argumento astrológico. Hay un gran malentendido con la astrología. Los escépticos te preguntan: ¿qué va a tener que ver la posición de los astros con tu vida futura? Su escepticismo es muy cientificista pero geocéntrico, pre Galileano: la astrología en verdad no está diciendo dónde estaban los astros cuando naciste, sino dónde diablos estaba la Tierra en el universo cuando naciste. Vos naciste mucho más cerca en el espacio de un chino nacido en tu signo que de tu hermano, si nació en la misma clínica pero en una época del año distinta. Pensalo.

Una vez que me concediste ese punto me dirás (un poquito más incómodo si te tomaste una pausa para incorporar lo que acabo de decir): ¿pero qué tiene que ver el lugar del Universo en el que naciste con tus características personales? Mi respuesta es que no lo sé, pero me parece ultra dogmático suponer sin más que tu lugar de nacimiento no tiene ningún efecto sobre tu constitución. Si leyeras la frase "los nacidos en la Argentina son etc etc" te escandalizarías mucho menos que si leyeras "los nacidos en Leo, etc etc", cuando en verdad los de Leo nacieron mucho más cerca entre sí que los de Argentina. Pero me estoy repitiendo. Lo nuevo que quería decir era esto:

Imaginate que todo el mundo hubiera nacido ciego. No existiría ni siquiera la noción del color, de las formas, tal como las conocemos. Yo digo: somos todos ciegos. Es arbitrario, dogmático, pensar que nacimos con todos los sentidos posibles. Quizás tenemos sólo 5 de los 228 posibles, y nos estamos perdiendo los otros 223 aspectos de la realidad. Suponer que en cada lugar del universo esa parte de la realidad que no captamos es un poco distinta es mucho menos arbitrario que suponer que es igual. La astrología es un intento seguramente tosco, probablemente equivocado, sin dudas proclive al chamuyo, de percibir esas otras 223 dimensiones, a las que algunos llaman "energía".

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