La prosperidad trae sus problemas, pero es tanto más amigable que la adversidad. Alfonsín asumió en 1983 en medio de una puja distributiva e inflacionaria a cuyo lado la de hoy no tiene más emoción que un juego de yapeyú; Menem tuvo que ser llamado de urgencia a la Rosada para acabar con la hiperinflación; De la Rúa llegó con la oscuridad en ciernes de la larga noche depresiva que acabaría por devorarlo; el propio Kirchner arrancó en mayo de 2003 con lo que en ese momento no era siquiera un veranito – apenas el capullo endeble, frágil, de esta Argentina floreciente que hoy recibe Cristina.
¿Es la Argentina que le tocó a Cristina el país de las maravillas? Al lado del que recibieron sus antecesores democráticos, no hay dudas de que lo es. Figurémonos un país que en un solo año logra aumentar en un 80% la producción de su artículo emblemático. La Argentina es ese país, pero mejor: se cosechará este verano tanta soja como el anterior, pero valdrá 80% más. El efecto económico (sobre los ingresos y los consumos de la población) es exactamente el mismo, con la pequeña y favorable diferencia de que un mayor precio es más barato de transportar que un mayor volumen. La lista de maravillas apenas comienza con el precio de la soja: sigue con el del maíz, continúa con el desempleo abajo de 8%, con los aumentos de un tercio en la producción automotriz y en la recaudación tributaria; con el crecimiento económico por quinto año en las cercanías del 8%; y hay más.
¿Puede hablarse de “desafíos” económicos de una gestión de gobierno cuando su marca de nacimiento es la prosperidad? Hay al menos tres motivos para no dormirse en los laureles, o mejor dicho en los porotos de soja. En primer lugar: las fortunas económicas no acostumbran a ser eternas. En mayo de 1913 el presidente Roque Sáenz Peña abría las sesiones del Congreso anunciando que “Ninguna nube empaña los horizontes, ningún conflicto amenaza interrumpir las armonías de nuestro engrandecimiento... las rentas crecen sin mermas ni filtraciones, el comercio exterior marca cifras no alcanzadas en la historia de nuestra economía, la corriente inmigratoria supera a las anteriores, las industrias valorizan los productos del suelo, los cultivos se dilatan y el oro afluye como no lo hizo jamás...”. Al año siguiente, el catorce, la paz mundial, la prosperidad y el propio Saénz Peña abandonaban este mundo. En diciembre de 1928 el presidente americano Coolidge aseguró que “ninguno de los congresos norteamericanos reunidos hasta ahora ha contemplado, al examinar el estado de la Unión, una perspectiva más grata”; era el quinto año de una expansión económica que a los pocos meses sería amputada de cuajo por la Gran Depresión.
¿Es posible estar preparados para amenazas que hoy son todavía imaginarias (¿una recesión americana? ¿una guerra en Irán con el petróleo a 200? ¿un crack financiero universal por la pinchazón de la burbuja inmobiliaria?)? No del todo, pero está claro que gastarse el Gordo de Navidad antes de que llegue Año Nuevo no es la política más prudente. La Argentina debería ahorrar en estos annus mirabilis, y prácticamente no lo hace. Del mentado “superávit primario” de 2 y algo del PBI quedan pocas monedas una vez que se pagan los intereses de la deuda; la acumulación de reservas es ahorro ficcional, no genuino, porque a cambio se coloca deuda pública (en billetes o bonos). Chile, por poner un ejemplo cercano, ahorró el año pasado 8 puntos del producto.
Un segundo desafío surge de que la administración de la prosperidad no es mucho menos conflictiva que el gobierno de la escasez. Los seres humanos sufrimos casi tanto la miseria propia como el éxito ajeno; en la prosperidad abunda este último y suelta a volar a las expectativas de mejora. El progreso social tiene sus ritos, y quien los preside queda asociado tanto a sus celebraciones (el anuncio de una mejora salarial) como a sus sacrificios (las huelgas). En la Argentina la administración de la prosperidad tiene dos particularidades que la hacen más ríspida. Una es que se trata de una población que, aun golpeada por años de crisis, mantiene un nivel de expectativas acaso mayores a sus posibilidades. La otra no es ni más ni menos que el principal desafío concreto e inmediato que enfrenta Cristina en el país de las maravillas:
Nos referimos, desde luego, al problema de los precios y de la inflación. No alcanza esa columna, y seguramente habrá otras, para analizarlo en profunidad. Basta aquí con decir que en este punto Cristina sí tendrá que pagar lo que en los años anteriores fue una nueva pasión argentina, como la convertibilidad o la propia tablita de Martínez de Hoz. La Argentina del tres a uno generó todo lo bueno que generó, pero también abrió una brecha entre los precios locales y los precios internacionales tan amplia que sólo puede recorrerse al galope. Para Cristina y los Martines (Redrado, Lousteau) domar ese galope desaparejo de los distintos precios de la economía (salarios, dólar, tarifas, bienes básicos), evitando tanto los largos rezagos como –sobre todo– una estampida general, no puede aprenderse de otro modo que haciendo camino al andar. No será, por lo que puede verse hoy, un arreo sencillo.
17 comentarios:
¡Qué bien que escribís, caramba!
En realidad los desafíos son dos, y posiblemente mellizos, el Gini de 50 puntos y las carencias en educación y salud de la mitad de la población se agregan al de la inflación.
Cualquier lucha contra la inflación no tiene que perder de vista lo otro.
El tema es que alguna gente para los desafíos de los 80 propuso ajuste, para los de los 90 ajuste, para los de 2000 ajuste, para los de 2008 ajuste, por lo que veo.
Por ahí esa es la diferencia entre algunos economistas y otros con verdadero vuelo, que se dan cuenta de que no es correcto proponer siempre comer milanesas con papas fritas y huevo frito. O siempre inflation targeting.
Recién salidito del horno:
http://ksghome.harvard.edu/~drodrik/Second-best%20institutions%20paper.pdf
Me quedo con esto. "No single set of best practices will serve the needs of all countries at all times".
Veremos qué pasa
Saludos
PD: Frases más de derecha que estas pocas veces se ven. "... se trata de una población que, aun golpeada por años de crisis, mantiene un nivel de expectativas acaso mayores a sus posibilidades".
coincido con ana c., y la frase no es taaaaaaaaaaaaan de derecha, es de derecha nomás.
La inflación no tiene importancia, lo único que importa es la fabricación y venta. Desde hace como mínimo seis o siete décadas que somos un kiosco y ningún kiosco decide nada y menos la política de la avenida adonde está instalado. Redrado y sus compañeros, como martinez de hoz son simples asalariados que simulan controlar algo que ellos saben que no controlan. Hay que gente que escucha, pero nadie sabe nada, todos juegan con los ojos tapados. La presidente actual no es Frondizi, es un ama de casa que se hizo lifting y no tiene la menor idea de lo que hacer y por otro lado no puede hacer nada. Ni Bush puede hacer mucho.
Soy Baldomero y argentino hasta la muerte.
Rollo, y el país que le toca al pueblo? Es de las "maravillas"??.
El pueblo de la década '00 está peor en pobreza, indigencia, informalidad laboral, educación y salud que el de los '90 y '80.
Hagamos abstracción de las "fotos" y "tendencias" y veamos niveles.
La foto del '83, luego de la crisis del '82, era jodida, pero los niveles de pobreza, desoc., informalidad, salario medio, etc. eran mucho menos malos que el nivel que resulta de los últimos 5 años de crec.
La foto del '89/90 y la hiper, era jodida, con la recup. posterior los niveles quedaron peores que en los '80, pero menos malos que ahora luego de 5 años de crec.
La foto del '01/'02 era jodida, con la recup. posterior los niveles quedaron peor que antes, pero quizá menos malos que los niveles en que nos dejará una foto jodida del porvenir y la subsiguiente recup.
Esta secuencia es una maravilla?
Creo que no, que es todo muy triste, muy pero muy triste.
¿Es de derecha la frase? No lo creo.
muy buen post royo. les confirmo: la frase no es de derecha.
Frase de derecha....que forma graciosa de categorizar algo sin decir absolutamente nada....el vacio del sentido en estado puro, el gran deporte argentino
Muy bueno tu post rollo
Muy buen post! No sabía que Chile ahorró 8 puntos el año que pasó...
Coincido con Il postino... y si la frase es de derecha... que?
si la frase de de derecha a Escriba le alcanhza para ponerla en el casillero correspondiente y no pensar más.
Respecto del mito derecha-ajuste:
Cuando se gasta más de lo que ingresa, la solución es un ajuste.
La recuperación de 2003 en adelante, vino después del mega-ajuste de Duhalde -- en la forma de una devaluación.
Cuando Kirchner asumió de gobernador en Santa Cruz, lo primero que hizo fue... un ajuste de salarios públicos, hasta que logró equilibrar las cuentas y mejorar los ingresos.
No es un tema de derecha o izquierda sino de sentido común.
Rollo, todos los países aprendieron y acumulan reservas a lo pavote.
Redrado ya tiene 45.000 MM cuanto necesitamos?
Hablan de lo de frase de derecha pero no leen el paper chicas. A ver si ponen a laburar el traductor de Google.
Saludos
Uh, Escriba descubrió un paper de Rodrik!
Sigue sin comentar sobre el contenido, Ana. La escucho.
Saludos
Escriba, si hubiera leído de Rodrik algo más que un paper de 12 páginas, sabría que Rodrik piensa que si bien es cierto que no existe un solo conjunto de mejores políticas aplicables siempre a todos los países, no hay crecimiento sostenible a largo plazo sin las dos o tres cosas obvias que Rollo nombra en este post, como lo de ahorrar en épocas buenas para gastar en las malas y preservar el valor de la moneda.
Y yo pienso que de todo el conjunto de mejores políticas –y las hay, mire que las hay– se puede elegir un subconjunto que le venga bien a cada país en el momento en que lo necesita. Pero las buenas políticas a usted suelen parecerle de derecha. Sobre todo si son razonables.
Y supongo que a esta altura sabrá que a mí no me hace ninguna falta poner a trabajar el traductor de Google. Es más, a veces hasta lo ayudo.
¡¡Esa es la Ana que estoy necesitando!!
Lo leo a DR y sé de su orto-heterodoxia o como quiera llamarla. El problema es que "de todo el conjunto de mejores políticas se puede elegir un subconjunto que le venga bien a cada país en el momento en que lo necesita" no es nunca lo que escucho de algunos economistas locales. Siempre piden las mismas ante toda coyuntura.
Y si no, vea cómo se fritó el autor de este blog pronosticando varias veces que se acababa el crecimiento, que la inflación llegaba al no-sé-cuánto-por-ciento, que había que aminorar el gasto.
Fíjese que -al parecer- sin salvar al indec llegó al 15, según leímos todos por ahí. Y que el Gobierno solucionó su problema "de caja" para el año próximo con dos o tres medidas más el aumento de los precios de la soja, sin el ajuste que le pedían algunos.
Fíjese también que el autor de este blog escribió un libro -en coautoría- en el que dijo que era imposible para los buenazos de la generación del 80 prever que se acababa el modelo agroexportador (es decir, cambiar unas "prácticas" por otras), cuando en realidad había varios países cambiando de prácticas en ese momento.
Es decir, se indulta a los ortodoxos y siempre se condena a los heterodoxos.
Me hacen acordar a los periodistas que siempre ven ante cada coyuntura la misma noticia, cuando en realidad los contextos y las situaciones cambian.
Saludos
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