*Debo* decir que me encantó la película Charlie y la fábrica de chocolate. Mi observación de economista: Charlie es un niño pobre estilo Dickens en la actualidad de un país desarrollado. Eso solo basta para que pueda ser presentado como un personaje de fantasía, no sé, como si fuera un duende o un aprendiz de mago. Juan Mainardo la pegó: en el siglo XXI los pobres del mundo desarrollado son una rareza.
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