sábado, septiembre 17, 2005

están pasando tantas cosas raras para que todo pueda seguir tan normal

Tu único tocayo

Aparece en PPA (Publicaciones Periódicas Antiguas) un señor grande prácticamente acostado en una silla de ruedas, con dos hombres que lo llevan, y con un aparato que hace el ruido que uno oye del lado de adentro del avión. Podría ser algo así como un respirador. El aparato le mide algo en el cuerpo, uno de los hombres está constantemente mirando el aparato, pero no cada tanto sino todo el tiempo. El señor en silla de ruedas un par de veces pregunta "¿Cuánto está midiendo?" y la vez que logré oir, la respuesta fue "100". Al señor le cuesta mucho respirar. Están hurgando en unas revistas de los 1860s en el microfilm. Todo es bastante complicado porque extendidas como están sus piernas es difícil que llegue a ver el aparato de microfilm. Cuestión que está atendiéndolo el maravilloso empleado de la tarde, que tampoco bajará de los setenta cómodos. (Una vez cuando le dije que estaba estudiando la caída de Juárez Celman me dijo "28 de julio. Era sábado"). El señor en silla de ruedas le pregunta su nombre:

- Amón, responde el bibliotecario.
- ¿Amón?
- Sí, Amón, como Amón-Ra.

Y un poco más tarde, mientras los ayudantes le leen el microfilm –porque ahora veo que le leen el microfilm, porque es imposible que él llegue a ver, le leen "...el ataque de Paraguay, no, dice Bolivia en vez de Paraguay" y el señor responde "No, eso no"- Amón se acerca y el hombre de la silla de ruedas comenta:

- Me quedé intrigado con su nombre: Amón
- (.)
- ¿Su padre era egipcio, o tenía, digamos así, un amor por los egipcios?
- (.)

Amón no le responde; el ayudante no le lee lo que él necesita; la respiración se vuelve cada vez más esforzada. Diez minutos después de haber entrado dice "Vamos".

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