hoy me desperté con Back in the USSR (no voy a decir a qué hora). lo de "you know how happy you are" me hizo acordar a una de las nuevas olas de la economía, la del happiness research. Para el que tenga ganas, una introducción al tema aquí. El razonamiento es simple: si los individuos son tan soberanos como dicen los economistas neoclásicos que son, ¿por qué tratamos de medir el bienestar individual con variables "objetivas" como el ingreso, etc. en lugar de preguntarle directamente a la gente: ¿cómo andás, varón?. La idea es que la respuesta a una pregunta como esta: "Taken all together, how would you say things are these days - would you say that you are very happy, pretty happy, or not too happy?” es más relevante, finalmente, que las medidas tradicionales de bienestar.
Pero los economistas no pueden con su genio: en seguida se preguntaron cuánto depende la felicidad, entendida como la respuesta a esa pregunta (a cuyas respuestas se le puede dar un valor numérico) de variables objetivas. Un pionero en esto es Rafael Di Tella, en trabajos como este. De mis rápidas lecturas de esa y otra evidencia, la felicidad declarada depende de variables macroeconómicas como (i) el desempleo: las personas desempleadas declaran estar más infelices que las empleadas, (ii) los cambios en el ingreso: la gente se pone más feliz cuando recibió un aumento del ingreso; los ricos se declaran más felices que los pobres. Esto no quiere decir que un país más rico sea más feliz que un país pobre. La gente es más feliz cuando su ingreso es mayor comparado con algo: su propia expectativa -que depende en parte de sus ingresos pasados- o el resto de la sociedad. Por lo tanto, puede decirse que un aumento en el ingreso de un año a otro sí tiene un efecto favorable sobre la felicidad (ya que mucha gente va a haber mejorado sus ingresos) pero no es cierto necesariamente que en el largo plazo niveles mayores de ingresos estén asociados con una mayor felicidad. (iii) la inflación. La inflación molesta: Di Tella calcula que la caída en a felicidad producto de un aumento de un punto porcentual en la tasa de desempleo puede ser compensada por una reducción de la inflación en 1,7 puntos.
La Ciencia Maldita no se puede resistir a calcular la felicidad argentina de los últimos 30 años, en un índice compuesto por la "Felicidad Desempleo", la Felicidad Crecimiento" y la "Felicidad Inflación". Aclaro la metodología pero el que quire la puede saltear. En la Felicidad Desempleo el puntaje 10 corresponde a una tasa de desempleo de 4% o menos y el puntaje cero a una tasa de 20% o más. En la Felicidad Crecimiento, las recesiones de 8% o más tienen puntaje cero y las expansiones de 8% o más reciben puntaje 10. En ambos casos, la felicidad correspondiente a los valores intermedios es proporcional a la distancia con los extremos. Por ejemplo: un año sin crecimiento, que está exactamente en la mitad de un año de -8% y uno de +8%, recibe un puntaje 5. Con la inflación es algo más complicado: inflación menor a 4% anual es puntaje 10; inflación mayor a 1000% es puntaje cero, pero para los valores intermedios se reconoce que el costo de las primeras escaladas es mayor que el de las últimas. Pasar de una inflación de 4% a una de 104% es mucho más doloroso que pasar de 104% a 204%, cuando ya estás en la lona. Para dar una idea, el puntaje 5 corresponde a una inflación de alrededor de 60%.
Well well here we go. La Felicidad Total es un promedio de las tres felicidades. En el cuadro, cada una de las felicidades parciales está dividida por 3 (es decir, fluctúa entre 0 y 3,33) para que su suma simple de como resultado la Felicidad Total.
¿Qué nos dice el gráfico? Varias cosas:
UNO. Nuestra felicidad es inestable. Fluctuamos entre los 3 puntos (años 84, 89, 2002) y los 9 puntos (1992). Ahí tenés, Mónica Cahen D'Anvers, una respuesta para tu pregunta eterna de tu programa "Al pan pan": "¿Qué nos pasa a los argentinos?". Una de las cosas que nos pasan es que la inestabilidad macroeconómica -en particular, en la tasa de crecimiento- nos vuelve ciclotímicos
DOS. Cada uno (salvo nuestro propio FDR, Fernando De la Rúa) nos dio su momento de felicidad: el Pocho en el año que murió, con inflación no desbocada, pleno empleo y algo de crecimiento; los milicos -perdonen esto, pero estoy hablando de macroeconomía- con la tablita, Alfonso con el Plan Austral -y encima ese año fue el gol de Dios-; Menem con la estabilización y -atenuadamente- con la recuperación post-tequila; Nestorio con sus herejías.
TRES. Nunca estuvimos en cero. En el 76 o el 89 nos salvó un desempleo todavía comparativamente bajo; en el 2002 nos salvó que no se disparara la inflación.
CUATRO. (No puedo evitarlo) Según esto, con El Carlo fuimos más felices que en otros tiempos, aunque bueh, quizás la depresión que vino después tuvo que ver con esa euforia.
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