Pagamos todo con reservas. 10 grand.
Financieramente, el impacto es nimio: simplificar lo que te deben (esos 10 mil millones de reservas) con lo que debés (la deuda al fondo). El beneficio es la diferencia de tasas, un poco más alta la del fondo que la que te dan por las reservas; el costo, menos respaldo para el peso. Pero no creo que la gente corra. Antes podías comprar el circulante con todas tus reservas a un precio de $1.80 o más. Ahora podrás hacerlo a un precio de $2.70 o más. Es decir que lo que queda de tus reservas alcanza para defender el tipo de cambio actual ($3, give or take a cent or two). En todo caso, lo que preocupa a este gobierno es que el dólar vaya para abajo, no que vaya para arriba. Creo, pues, que también es una señal -si faltaba alguna- de que no vamos a ir a $2.50, como pedían algunos forajidos mal informados.
Lo sensacional es, otra vez, la habilidad para hacer convivir el discurso confrontativo con las políticas más fondomonetaristas de la historia argentina. Pagarle 10 mil palos al Fondo Monetario (tres años del Plan Universal para la niñez) ahora es ser rebelde. Oh, my.
Digo más: quizás todo esto le da margen a Néstor para virar hacia una mayor ortodoxia fiscal. Ya dijimos que en el pensamiento argentino actual domina la visión aspirineta del superávit fiscal: te cura de todo, incluido la inflación. Creo que Néstor quiere combatir la inflación retomando el viraje que había iniciado Lavagna con su fondo anticíclico. Es notable, por ejemplo, que en su discurso haya dicho que prevé para el año que viene un crecimiento de 4%. Para crecer 4% en 2006, la economía debería poco menos que estancarse durante doce meses en este nivel de diciembre: de ese modo, el promedio de lo producido cada mes de 2006 sería 3 o 4% más que en el promedio de los meses de 2005 -- el arrastre estadístico, que le dicen.
¿Para qué pronosticar un crecimiento tan bajo? Para que el Congreso vote gastos muy pagables y quede más margen. Si Darwin tiene razón, entonces ese millón de años que fuimos religiosos no puede borrarse de un saque. Seguimos siendo seres religiosos. Los argentinos vimos crecer nuestra economía desde que llegó Kirchner, entonces Kirchner es un Dios. Kirchner consiguió crecimiento con una política de superávit fiscal, entonces el superávit fiscal es un talismán.
Financieramente, el impacto es nimio: simplificar lo que te deben (esos 10 mil millones de reservas) con lo que debés (la deuda al fondo). El beneficio es la diferencia de tasas, un poco más alta la del fondo que la que te dan por las reservas; el costo, menos respaldo para el peso. Pero no creo que la gente corra. Antes podías comprar el circulante con todas tus reservas a un precio de $1.80 o más. Ahora podrás hacerlo a un precio de $2.70 o más. Es decir que lo que queda de tus reservas alcanza para defender el tipo de cambio actual ($3, give or take a cent or two). En todo caso, lo que preocupa a este gobierno es que el dólar vaya para abajo, no que vaya para arriba. Creo, pues, que también es una señal -si faltaba alguna- de que no vamos a ir a $2.50, como pedían algunos forajidos mal informados.
Lo sensacional es, otra vez, la habilidad para hacer convivir el discurso confrontativo con las políticas más fondomonetaristas de la historia argentina. Pagarle 10 mil palos al Fondo Monetario (tres años del Plan Universal para la niñez) ahora es ser rebelde. Oh, my.
Digo más: quizás todo esto le da margen a Néstor para virar hacia una mayor ortodoxia fiscal. Ya dijimos que en el pensamiento argentino actual domina la visión aspirineta del superávit fiscal: te cura de todo, incluido la inflación. Creo que Néstor quiere combatir la inflación retomando el viraje que había iniciado Lavagna con su fondo anticíclico. Es notable, por ejemplo, que en su discurso haya dicho que prevé para el año que viene un crecimiento de 4%. Para crecer 4% en 2006, la economía debería poco menos que estancarse durante doce meses en este nivel de diciembre: de ese modo, el promedio de lo producido cada mes de 2006 sería 3 o 4% más que en el promedio de los meses de 2005 -- el arrastre estadístico, que le dicen.
¿Para qué pronosticar un crecimiento tan bajo? Para que el Congreso vote gastos muy pagables y quede más margen. Si Darwin tiene razón, entonces ese millón de años que fuimos religiosos no puede borrarse de un saque. Seguimos siendo seres religiosos. Los argentinos vimos crecer nuestra economía desde que llegó Kirchner, entonces Kirchner es un Dios. Kirchner consiguió crecimiento con una política de superávit fiscal, entonces el superávit fiscal es un talismán.
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