lunes, febrero 27, 2006

llegaron las chicas

No sólo la de Calixto, también la del lector que me explica de las papeleras:



Rollo,

Te había preparado el post de abajo sobre el tuyo relativo a la "culpa" de Botnia. Pero el miércoles nació mi primera hija y todo se fue al carajo de la algería.

Abrazo,

GFS


En un post de ayer decís que lo de Botnia "suena un toque culposo". Lo que es importante es definir contaminación. En relación con este entuerto de las papeleras, por ejemplo, Greenpeace pide "Cero dioxinas", lo que es una absurdidad técnica descomunal. Las dioxinas se producen en la naturaleza, no son una especie de criptonita contra humanos que nos matan a todos. Lo que importa es qué nivel de dioxinas o de lo que sea, es aceptable; en otras palabras, "contaminación" es aquello que produce daño (al medio ambiente y/o a las personas).

Si partimos de la base de que (a) el mercado demanda productos industriales, y (b) la industria siempre produce efectos no deseados sobre el medio ambiente, en términos de producción lo importante es tener legislación basada en conocimientos científicos que defina qué causa daño y prohibir o limitar de acuerdo a ello. Y para las empresas industriales, las alternativas de comunicación son: (1) no decir nada de los efectos ambientales y ocultarlos todo lo posible; (2) informar sobre los mismos honestamente y con datos que permitan ponerlos en perspectiva. En el link que pusiste Botnia compara sus resultados ambientales con otras plantas de su región (que suponemos están bajo las mismas normas ambientales) y con ella misma comparación en el tiempo para medir progreso ambiental). ¿Qué más le podemos pedir?



Y ahora sigue Rollo: OK. Pero disiento en una cosa: rara vez hay que prohibir la contaminación: hay que ponerle impuestos. Alguna contaminación, como apuntás, es aceptable. Estuve con unos liberales ultra el otro día que sostenían, como yo para las Malvinas, que con las papeleras hay que aplicar el Teorema de Coase. Dejemos que Argentina y Uruguay negocien, y que si Argentina valora tanto su río le pague a Uruguay para que las saque (o, más lógico, para que las borre del bellísimo paisaje en el amanecer de Gualeguaychú). Me parece una buena propuesta, con una salvedad: primero hay que definir bien quién tiene el derecho -- si Uruguay a contaminar o Argentina a no ser contaminado. Una vez que se defina ese derecho, sí, recurrir a la negociación. (Pronóstico sobre el resultado: las papeleras se hacen, aunque podría ser aguas arriba. Si el derecho le tocara a Uruguay, tendrían que ponerse los orientales para lograr eso).

¿Cómo definir quién tiene el derecho? Si no se puede La Haya o esas cosas, yo propongo que se sortee, y que el perdedor tenga que entregar a cambio los eventuales réditos del puente a Colonia, los dos partidos de la próxima eliminatoria y el reconocimiento público de que Gardel nació en la otra orilla. Qué sé yo, para compensar.

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