Hace menos de un día escribimos que no creemos en los pronósticos. Hace cuatro, que no hay nada más incómodo que denunciar una burbuja. Pero igual: no puede ser que el riesgo emergente esté donde está. No puede ser que Brasil, con su deuda monstruosa y su crecimiento tortuga, tenga un riesgo de 229. Y Uruguay con 235 tres años después de una renegociación forzosa, también es raro.
No sé que quiere decir esto, pero lo digo: es el momento de menor riesgo emergente en los últimos cien años. O, bueno, noventa. De los útimos diez, seguro, miren el EMBI+ emergente desde 1997:
Entiendo que el mundo cambió, que estos países tienen superávits externos, que the world is flat. Lo que quieras, pero me sigue resultando sospechoso.
Como cantaba el Tanguito de Fabián Mirás después de curtirse a Dopazo en la terraza: Todo concluye al fin, nada puede escapar, todo tiene un final, todo termina. O como me dice Andrés en este instante, homenajeanado a la banda más beneficiada y más arruinada porque the world is flat:
Time is on my side. Yes it is.
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