El proyecto de reforma impositiva va en la línea del Otro Loco Bielsa: no tenemos proyectos, tenemos un rumbo. Evidentemente el estilo gradualavagnista se ha, valga la redundancia, impuesto. Es un toquecito aquí, otro allá, y en nada altera el núcleo de nuestra institucionalidad tributaria, que es la relación Nación-Provincias.
Dicho esto, el rumbo no está mal: me gusta -y es obvia- la inclusión de la renta financiera en Ganancias. Me gusta la combinación de una suba en la alícuota del income bracket más alto (llega a 40%, creo que ahora es 35%) con lo que supongo es una baja en el primer income-bracket (10%) y una baja leve en lo que pagan las empresas. Aunque a la larga pueda ser lo mismo, me gusta como idea general que sean las personas, más que las empresas, los que pagan los impuestos. Y creo que no es lo mismo: con esto, Néstor el Antiimperialista beneficiará a los dueños de empresas extranjeras. Me gusta como concepto, aunque seguramente estará expuesto a todo tipo de perforaciones, el impuesto a la herencia. [No me gusta que sea con asignación específica a educación: el dinero es fungible; me hace acordar a los bolivianos que nos dicen que no le vendamos el gas a Chile y entonces no le vendemos el gas boliviano, le vendemos gas argentino que es reemplazado por gas boliviano]. Si lo entiendo, suena lógico también cobrar impuestos sobre el patrimonio neto y no sobre los bienes personales. Aunque en este país condonador de deudas tengo mis dudas.
En fin, es una reforma impositiva estilo Pekerman. Poco a poco vos te conformás, si no es amor es tuya igual, y vos le das lo que te pida.
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