domingo, julio 02, 2006

el rechazo de lehmann

Entrañable mi post de ayer, ¿no?

Sí, pero todo verso. La verdad es: lo hicimos de nuevo. Como en el 98. Arrugamos un poco. Un poquito. Un cachitito. Justo lo necesario para quedarnos afuera del Mundial. Nos faltaron unas gotitas de valentía para no llegar al récord de 7 partidos mundialistas sin poder ganarle a un grande antes de los penales (Italia y Alemania en 1990, Inglaterra y Holanda en 1998, Inglaterra en 2002, Holanda y Alemania en 2006).

Acabo de ver la repe de los primeros 80 minutos de Argentina-Alemania por Fox Sports (los únicos relevantes: ¿podíamos después marcar un gol con Maxi como enganche, Cruz de 9 y Cambiasso como parte del equipo?). La repetición me dejó muy deprimido. Estuvimos realmente cerca. Fue muy masoquista mirarlo de nuevo, pero así somos: he dedicado buenas horas de mi vida a ver por qué la Argentina fue un fracaso económico, otras no sé cuántas a entender por qué tuvimos la crisis que tuvimos, y ahora no pude evitarlo: ¿por qué mierda perdimos con Alemania?

De algún modo, Hernanii da en el clavo: el callejón de Sorín. Es verdad que el gol de ellos no vino por ahí. Pero por ahí vino el cambio psicológico del partido, ahí se definió el tránsito entre una Argentina dueña de la pelota y el aguantadero que fuimos entre los 10' o 15' del segundo y el gol alemán. Para mí la jugada símbolo de ese tránsito, de nuestro arrugue de barrera, es un rechazo de Lehmann, creo que pasados los 10'. Le llega la pelota y mete un derechazo hacia el lado derecho de su mediocampo. Schneider recibe cómodo, tiene tiempo para pensar. La jugada muere, es irrelevante, pero es todo un símbolo. Alemania iba a tener la pelota y atacar hasta el final. Argentina no iba a luchar la pelota en su línea de volantes. Quizás llegaban al gol, probablemente no. Pero los Doberman estaban sueltos.

En el primer tiempo, esa misma jugada, el rechazo de Lehmann recibido cómodo por un volante alemán, habría sido impensable. En los primeros 45' podés contar un mínimo de tres revoleadas de Heinze sobre la línea del lateral: él era el último hombre sobre nuestra izquierda. En ese tiempo Sorín sí que estaba parado como volante neto. Eso le permitió a Pekerman ganar la batalla de los flancos. Esa batalla se ganó por un viejo principio futbolístico: a mayor densidad de población, más ventaja para la defensa. Con Sorín a la izquierda de nuestro medio campo, podían sumarse regimientos en el frente oriental: por el lado derecho argentino estaban Maxi y Lucho, además de Colocha y, cuando hiciera falta, Mascherano e inclusive Crespo. Con eso bastaba para bloquear a Lahm, Schwensteiger, Ballack y Podolski. Demasiada gente como para que ellos pasaran por ese lado, el favorito para sus ataques siendo que el punzante Lahm juega en ese flanco y Ballack, a lo Riquelme, tiene tendencia a arrancar desde ahí. A nuestra izquierda había menos densidad: Tévez, Riquelme y Sorín, contra Friederich, Schneider y la ayuda ocasional de Frings. En el balance, Argentina ganaba la pelota en el medio, y la menor densidad por izquierda le permitía jugar -"atacar" sería mucho decir- por ese lado.

¿Sabés cómo se distribuyó la posesión en la primera mitad? 65% a 35%, increíble. Considerando la calidad del rival, fue el mejor lapso de la Argentina en todo el Mundial. No importa que el gol no haya llegado, y las ocasiones hayan sido remotas: jugando así, el gol iba a llegar de una manera u otra en 120 minutos. Y de hecho llegó en esa prolongación del primer tiempo que fueron los primeros 8 o 10 minutos del segundo. Riquelme jugó una muy buena primera mitad. Sí, varios pases a Mascherano, a Coloccini y a Sorín; sí, dos o tres veces la recibió muy encimado por Frings y algún otro y la perdió. Pero en general la dio bien, en general sirvió para el juego de la paciencia, y además metió cuatro o cinco pases al área, algunos interrumpidos apenas (es decir, a dos o tres condicionales de distancia del gol, pero así es el fútbol, probabilístico), otro en el que Crespo la para con la mano, otro en el que Tévez no devuelve una pared, otros que terminan en córner. Aunque tampoco generó peligro real, Tévez también fue importante en nuestras aspiraciones ofensivas. La Argentina pudo atacar sin pasar por Riquelme con bolas cruzadas de Maxi y los centrales o lines de Sorín para que Carlitos intentara el mano a mano con Friederich.

El rechazo de Lehmann a los 10' del segundo, recibido con comodidad por Schneider, mostró que el partido había cambiado. En los poquitos minutos entre el gol nuestro y ese rechazo, Argentina pareció insinuar que iba a seguir el juego de la presión de la primera mitad. Pero a partir del rechazo de Lehmann se notó que no. Me parece que Pekerman de algún modo vio el mismo problema, especialmente tras la entrada de Odonkor, más incisivo que Schneider, desde los 14.

El ingreso de Cambiasso por Riquelme fue a los 27 del segundo. Se trata de un hecho histórico. Pekerman decidió que el 4-3-1-2 con que de hecho estaba jugando, con Sorín ya de 3, era muy arriesgado en comparación con el 4-4-2 que paró a partir de ese cambio. En lugar de resolverlo diciéndole a Sorin que volviera a su posición del primer tiempo, al exitoso 3-4-1-2, intentó resolverlo con Cambiasso. El equipo no ganó demasiado en la marca, aunque es verdad que las nalgas de Cambiasso tocaron suelo alemán por primera y única vez en el mundial en una jugada que terminó en lateral para ellos. A cambio de ese vano refuerzo en la zona de marcación, Pekerman consagró para la eternidad su decisión de defenderse sin la pelota. Christian Bassedas, a la sazón comentarista de Fox Sports, lo marcó muy claramente antes del gol alemán: hemos decidido dejarle la iniciativa a Alemania. Que por Crespo haya entrado Cruz y no Messi confirmaba la nueva filosofía: nos paramos Four-Four-Fucking Two, como dice el técnico británico en esa película en la que Inglaterra elimina a Argentina con un gol en el que se mezclan el primero y el segundo del Diego en el 86. No sé si Messi habría sido más incisivo que Cruz, pero eso no era lo importante. No había que "definir los contraataques", como Pekerman insinuó en su conferencia de prensa al explicar el cambio. Los contraataques eran, en todo caso, muy esporádicos. Había que volver a jugar "possession football". Con Lucho, Riquelme (o, si estabas "forzado" a cambiarlo por cansancio, Aimar) Messi y Tévez el possesion football era posible. Con Cruz y Cambiasso, no.

No digo que la elección de Pekerman estuviera condenada a fracasar. Al contrario, tenía muchas chances de éxito considerando las severas limitaciones de Alemania. Pero sobre la decisión de Pekerman pesaba una condena condicional: si perdíamos, íbamos a perder por cagones.

Por eso voy a hacer como Cafú, Zidane y Tomás Abraham: me retiro de los mundiales. Se sufre demasiado. Es difícil enfrentar después ese vacío al que llamamos vida, empezar la reconstrucción post-mundialista. O, mejor dicho: me retiro de los mundiales hasta que venga un técnico que me garantice que en Sudáfrica van a jugar Messi, Tévez y Agüero los 90 minutos de todos los partidos. Y si es necesario los 120. Quiero un técnico que no tenga como objetivo ganar el Mundial, que es muy difícil, sino ser eliminados del mundial en un partido en el que juguemos a tener la pelota todo el tiempo. Del minuto 1 al 120. Bielsa lo garantizaba, pero atacando con el Piojo López. Pekerman estuvo cerca, pero en el momento decisivo falló.

¿Mi candidato? Frankie Rikjaard.

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