Porque ahora hay algo así como un voto a favor de la ley. Se trata de la misma persona que nos ilustraba hace un tiempo de la redistribución de bancas que tuvo lugar en Bolivia. No vamos a cometer la falacia ad hominem de confesar que hemos descubierto que debajo de la firma que cierra sus mails se lee una dirección en la provincia de La Pampa, a la que le corresponderían, según el criterio constitucional, un diputado con 29 centésimas. O, en verdad, dos diputados, ya que se desprende del sistema de renovación por mitades que todas las provinicas deberían tener al menos un par de representantes en la Cámara Baja.
Además de las obvias dificultades políticas que existen para volver al criterio constitucional, los reparos del letrado en cuestión son dos:
1. En las provincias pequeñas, cada elección de diputados sería para un solo cargo. Por lo tanto, los partidos minoritarios se verían subrepresentados. Se trata del viejo argumento en contra del distrito uninominal. Algo de cierto hay, pero no nos parece mortal ni mucho menos. Según nuestros cálculos, manteniendo los 256 diputados de la Cámara y utilizando un sistema D'Hont para repartirlos entre provincias, con el criterio constitucional de un mínimo de 2 por provincia, solamente 5 provincias tendrían 2 diputados, otras 4 tendrían 3, 3 tendrían 4 y ninguna tendría 5. En total, 34 diputados sobre un total de 256 serían electos en comicios con sólo una o dos bancas en juego. A cambio hay que decir que en los distritos grandes habría más chances para las minorías. No es que una cosa compense la otra: la dificultad que se añade para acceder a una banca fueguina, digamos, es menos que la que se quita para acceder a una bonaerense. Pero se trata de un problema bastante limitado. Inglaterra tiene uninominal en todos sus distritos, no nos vamos a escandalizar por un 6,25% de diputados uninominales y un 7,03% de diputados binominales. No big deal. Creeme que, bajo el sistema actual, los partidos que dominan esas provincias chicas, que también son los partidos mayoritarios (especialmente uno que yo sé) tienen mucho más poder.
2. Los distritos grandes ya tienen demasiado peso en la elección del presidente (47%!) y la ley Bignone es una manera de compensar. Acá la palabra clave es "demasiado". La opinión del representante pampeano es equiparable a las siguientes: "la gente que vive en provincias al norte de Santa Cruz tiene demasiado peso en la elección del presidente" o "los habitantes de ascendencia europea y americana tienen en nuestro país demasiado peso a la hora de elegir el presidente en comparación con los de ascendencia asiática" o "los que no leen La Ciencia Maldita tienen demasiado peso en la elección del presidente". Se trata de un viejo principio, amigo: un hombre, un voto. (O, desde Evita: una persona, un voto).
La derogación de la ley Bignone no es sólo una obligación constitucional, también es una obligación moral.
(Así abrirá su discurso Lilita, una de las grandes potenciales beneficiarias de la derogación).
No hay comentarios:
Publicar un comentario