[columnilla en Newsweek a raíz de aquel ránking de salarios y precios, tema favorito de este sitio]
En épocas de la tablita de Martínez de Hoz, cuando la fabulosa apreciación del peso llevó a los precios argentinos a niveles estratosféricos en términos de dólar, el chiste era que los argentinos pobres iban de vacaciones a Uruguay, los de clase media a Brasil, y sólo los ricos podían quedarse en la Argentina. Hoy un chiste similar sonaría a burla para nuestro orgullo nacional, pero la verdad no ofende: para los pobres de muchos países del mundo, viajar a la Argentina de vacaciones podría ser una buena manera de ahorrar. La última guía de turismo Lonely Planet lo explica en dos palabras: “Argentina’s cheap” dictamina en su primera página, y agrega (traduzco): “Estarás constantemente sorprendido por lo mucho que pueden rendir tus dólares”.
Barato para ellos, será. El nivel de vida de la mayoría de los argentinos no ha mejorado en comparación con el final de la década anterior. Aunque en términos de PBI per cápita ya estamos superando el nivel de los mejores tiempos de la convertibilidad, quienes reciben un salario están igual –trabajadores formales- o peor –informales, sector público– que antes de nuestra última crisis. El trabajador medio argentino se está llevando una proporción más pequeña del producto que a fines de los 90, a favor de quienes tienen campos, empresas, propiedades urbanas o sencillamente activos financieros.
Una manera alternativa de preguntarnos cómo estamos es comparar la situación del asalariado no ya con el pasado sino con otros países. ¿Gana mucho o poco un argentino? O, adelantándonos: ¿cuánto menos gana un trabajador local en comparación con los de otros países? Un trabajo reciente de la Unión de Bancos Suizos compiló una serie de precios y salarios para 70 ciudades de los cinco continentes, incluyendo a Buenos Aires y nos permite formular esas comparaciones. Las conclusiones del trabajo en lo que respecta a Argentina son contundentes, y confirman lo que sabemos: es un país baratísimo, pero no un país donde los trabajadores estén muy bien que digamos.
La Argentina es un país baratísimo: Buenos Aires aparece como la ciudad más barata del mundo en términos de dólar, en una muestra que incluye a urbes como Bombay, Lima, San Pablo y Karachi. Tomando como listón un valor 100 para Zurich, a Buenos Aires le corresponde 28,3. La vida en Buenos Aires cuesta una cuarta parte que en New York (120), un tercio que en Milan (82), y la mitad que en Budapest (57.3)
Pero la Argentina es un país caro, si se pide la opinión al trabajador nacional. El informe del UBS incluye también observaciones sobre los salarios. Los salarios argentinos en términos de dólar no son los más bajos del mundo, pero están más cerca de la promoción que de las Copas. Para un nivel de 100 en Zurich, en Buenos Aires llegan a apenas 8, el doble que en Nairobi (4.2), pero un 50% menos que en Santiago y, de nuevo, la mitad que en Budapest (16.6).
Las combinaciones de precios y salarios dan lugar a un ranking internacional de poder de compra interno de los salarios. Aquí la Argentina está lejos de los últimos lugares: 47mo de 70. Tomando algunos bienes específicos, las comparaciones son más nítidas: en la Argentina hay que trabajar 28 minutos para adquirir un kilo de pan, 36’ para un kilo de arroz y tres cuartos de hora para comprar un Big Mac. En Zurich, la ciudad donde se disfruta de un mayor poder de compra, los 28 minutos alcanzan para las tres cosas: 6 para el pan, 7 para el arroz y 14 para el Big Mac. En Nairobi, el otro extremo, son 5 horas de trabajo en total, 3 de ellas para el Big Mac.
No es tan extraño el lugar que ocupamos en el ránking de poder de compra, de mitad de tabla para abajo en una lista con mayoría de ciudades del primer mundo. Lo curioso es la manera como nos ubicamos ahí: con salarios y precios extremadamente baratos en términos de dólar.
No duraremos. Con el dólar casi fijo de estos tiempos, la combinación de ajustes salariales del orden del 20% anual y una inflación que no baja del 10% está poniendo las cosas en su lugar: todos los valores en dólares gradualmente se recuperan del nivel absurdo de la post-devaluación, pero los salarios más rápido que los precios, de modo que el poder de compra se acerca de a poco al de la convertibilidad. Cada vez más caro para el turista, entonces; pero cada vez mejor para el trabajador nacional.
1 comentario:
Rollo hoy estuve en una conferencia en la que hablaron Juan José "Tomassi" y Prat-Gay y más o menos estuvieron de acuerdo en que el TC real va para abajo inevitablemente, y no por revaluación nominal sino por inlation, pero tiraron alrededor de $2,5 de TC real, lejos de la convertibilidad que mencionás en el último párrafo... si hay que remar solamente con salarios no llegamos más.
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