(nuestra columna quincenal en Newsweek)
El dramatismo de la crisis que vivimos hace un par de semanas parece, a primera vista, difícil de comprender en un país que está completando el ciclo de crecimiento ininterrumpido más prolongado de sus doscientos años de vida. Detrás de aquella frase poco política de la Presidenta (“son piquetes de la abundancia”) hay una realidad incontrastable: la Argentina produce 50% más que hace 5 años, y el precio de las cosas que vende al exterior es –en promedio, y dejando de lado movimientos de muy corto plazo– alrededor de un 50% mayor. Un fifty-fifty del crecimiento.
Entre las muchas palabras de Cristina Fernández, la más cargada de sentido para sostener el sistema de retenciones fue “redistribución”. ¿Quién se queda con la prosperidad? El sistema de tasas móviles, planteado en momentos de precios récord e incluso con pronósticos de alza, tenía en mente una repartija de los dólares de la agricultura casi igual para el Estado y el campo; y una asignación muy sesgada a favor del gobierno –en casos extremos, hasta 95%– si se considera solamente lo que cada parte se quedaba de incrementos ulteriores en los precios. Aproximadamente, un fifty-fifty en la distribución.
La idea de que la Crisis del Campo puede ser una crisis de la prosperidad no es necesariamente caprichosa. No es raro que la bonanza genere conflicto. Esbozo aquí una hipótesis de mesa de café: lo más pacífico es la estabilidad, pero la abundancia puede resultar tan conflictiva como la miseria. Si la torta se hincha apenas (digamos, un crecimiento del 2%) a todos nos parecerá razonable mantener el ángulo de nuestra tajada. Pero si nos quitan la mitad de la torta, o nos regalan una torta nueva, casi seguro habrá pelea.
Razonable como es la visión de la rebelión de las chacras como una de crisis de abundancia, es posible plentearle algunos reparos. Sobre todo: ¿por qué decidió el gobierno una nueva suba de retenciones cuando ya habían sido aumentadas apenas unos meses atrás, mientras se preparaba el cambio de mando entre marido y mujer? ¿Por qué el campo reaccionó con tanta virulencia ante un incremento que era bastante menor al que había impuesto Néstor Kirchner al final de su mandato, y que dejaba a los precios netos de retenciones en un nivel superior al de entonces?
Seguramente habrá respuestas específicas para cada uno de estos interrogantes (“los precios externos siguieron subiendo”, “el campo reaccionó ante la gota que rebalsó el vaso”), pero lo cierto es que el conflicto con el agro no puede entenderse, ni en su origen ni en sus consecuencias, fuera del contexto de un modelo económico que se está lastimando al rasparse contra sus propios límites. La inflación anualizada –estimada por los medios más honestos con los que contamos, como los datos de facturación en supermercados y las mediciones provinciales no digitadas por el INDEC– ya mostraba en febrero un nuevo ascenso tras cierta sensación de apaciguamiento que había esbozado en los últimos meses de 2007 (ver cuadro). En marzo la sensación es de una aceleración todavía mayor.
Nota: a la facturación de supermercados se le resta una estimación del crecimiento real del consumo (9%) para aproximarse a la tasa de inflación.
¿Qué tiene que ver este nuevo salto de la inflación con el conflicto entre el gobierno y los productores agropecuarios? Por un lado, la inflación seguramente figuró de manera prominente entre los argumentos que inspiraron el nuevo impuestazo al campo. Puede intuirse que la aceleración inflacionaria se colaba de dos maneras en las discusiones de mesa chica: con más retenciones se evita que la suba de los precios internacionales eche más leña al fuego de la inflación, en momentos en que una llamarada puede desembocar en incendio. Además, ¿no ha sido cierto en nuestro país que la inflación siempre vino de la mano del desequilibrio fiscal? Con el gasto creciendo arriba de 35% –en buena parte una consecuencia de la inflación salarial– acercar unos pesos más a la caja era hacer más sólido el superávit, búnker último de la economía kirchnerista.
Cada uno de esos motivos es discutible, acaso por una cuestión de dimensiones. Un aumento de 10% en el trigo puede dar lugar, con toda la furia, a una suba de 2% en el pan, cuya elaboración involucra mucho más agregación de valor (en la molinería, en el transporte, en la panadería) que el precio de su materia prima, y una suba de una o dos décimas en el IPC. Al lado del efecto inflacionario que están teniendo aumentos salariales arriba del 20%, es una gota en el océano. En cuanto a la relación entre la inflación y las cuentas fiscales, la Argentina está hoy en un terreno que desconoce: inflación con superávit. No es, en verdad, una combinación teóricamente imposible. La política fiscal prudente puede atenuar algo, pero de ningún modo anular, el efecto inflacionario de una política moentaria expansiva, ordenada toda ella alrededor de la idea de una moneda nacional minusválida. Aquí y en todo el mundo, la pretensión de que la moneda propia tenga poco valor conduce, casi tautológicamente, a la inflación.
Si entre las razones del gobierno para la medida arancelaria más polémica de nuestra historia figuraba, en última instancia, el contexto inflacionario, también es cierto que la reacción campestre fue lo que fue por otro efecto nocivo de las subas de precios. El argumento de que el precio neto de retenciones medido en dólares seguía siendo más alto que en el pasado no convencía a los productores, que argumentaban que sus costos también habían aumentado. Un análisis fino de este argumento requeriría bucear en la estructura de costos del campo, pero en todo caso la queja tiene cierta legitimidad: es suficiente con apuntar que en un país en el que todo aumenta en términos de dólares (los salarios, por ejemplo, lo hacen a más del 20%, y otro tanto los precios al consumidor), no basta con señalar, sin más, que los precios han subido: cuando todo se está moviendo, lo que importa es la velocidad.
Lamentablemente, un enfrentamiento en el que de ambos lados la inflación aparecía como una motivación central ha tenido como una de sus consecuencias principales la aceleración de precios que hemos sentido en el último mes. Si ya estábamos en una situación inflacionaria peligrosa, el nuevo salto de precios la agrava un poquito más. En ese sentido, ha sido un conflicto en el que todos hemos perdido.
23 comentarios:
Modelo estructuralista (Jr.)
Q.E.P.D
2002-2008
Falleció como consecuencia de una infección inflacionaria irreversible, con complicaciones por una fiebre de corrupción generalizada. Sus padres y tíos: Curia, Frenkel, Lavagna, Gonzalez Fraga, etc participan con profundo
dolor de su fallecimiento y elevan una oración en su memoria.
El Dr. Lavagna creyo erroneamente que puesto que habia habido un regimen monetario enfermo (Convertibilidad), se estaba en aptitud para establecer un regimen monetario diametralmente opuesto, aunque igualmente enfermo. Concentrado en el hecho de oponer uno con otro, olvido la enfermedad de ambos.
Bolson.
Quién era él que hace unos meses decía que se venía un ajuste?
Bueno, en mi burbuja nadie quiere hablar del tema, ya se veía o sentía en el 2006,2007 y en el 2008, que las cosas (bienes y servicios) aumentan y no por mayor productividad, por supuesto que también disminuyó el desempleo porque aumentó el trabajo basura, nos hacen mirar el dólar, pero del euro o del real no se habla, no nos invaden los pollos de brasil pero aumenta el parque automotor en precio y cantidad mientras Ratazzi mira para otro lado, es necesario sacar una ley de tránsito y decomisar todos los vehículos de más de 6 años si total no tributan Bienes Personales y taponan todos los estacionamientos. Recuerdo el año pasado haber hablado con un quiosquero que me dijo: por ahora la mayoría de los chocolates no aumetaron de precio solo que disminuyeron el contenido a la mitad.
tantos parrafos y no decis absolutamente nada.
para eso te pagan? que facil hacen la plata algunos. habria que aplicarte retenciones.
Por la city se comenta el desdoblamiento del tipo de cambio 3,30 para las exportaciones, siga siga el parche al compás de la retención.
Tengo 2,Kg de soja para vender o cambiar por DVD en buen estado
Por qué lo acusan a Bob de creer erróneamente. Además por qué se olvidan de Remes o acaso quieren un país con default y corralito
Lo que pasa que a Bob no lo botaron.
Tienen razón Rollo muchos párrafos, es dificil mantener la atención mas facil es decir 1 peso = 1 dolar, se congelan todos los depósitos etc.
Con una inflación del 20 % para el 25/07/08los que cumplan 35 van a tener 42
El error de Bob (misperception, digamos), es tan humano como el de cualquier otro, antes o despues. La cosa era, dada la devaluacion, hacer una politica monetaria con metas de precios en pesos. Pero la misperception de Bob, no lo quiso asi. Salio de la esquina del ring, pero para irse hacia la otra esquina del ring.
Y en esta esquina...El Demonio Rojo.
Y en aquella esquino...El De Monio Rojo.
El Equilibrio Fiscal esta en el centro del Ring, no es las esquinas.
Ahora resulta que Bob es humano, Adolfo y Eva también eran humanos, las brigadas rojas tambien eran seres humanos, Sócrates era humano y le dieron a tomar cúcuta o algo parecido, Brindisi también jugó en Boca y mirá lo que nos hizo.
Por favor no clocles tanto que por ahora sólo en el norte está permitido.
Yo no digo que Bob sea humano. Es humano su misperception.
Muy buen post !!
Muy bueno, Rollo. A la altura de Newsweek.
Crisis en la abundancia? Excelente libro de un historiador de Oxford (creo): "War of the World" Niall Ferguson. Sostiene que la estabilidad no genera descontento civil y que los períodos de bonanza fueron más devastadores que las crisis.
Me gustaria que miraramos para atras, para comprender en donde estamos parados.
En ese sentido, me remito al historiador A. Hauser y encuentro la similitud de este estado de cosas con la edad heroica.
En ella la concepcion del mundo era profana e individulista, estamos parados en el siglo XII AC.
Los heroes que dieron nombre a es Edad eran ladrones y piratas y se llamaban a si mismos saqueadores de ciudades. La leyenda troyana no es otra cosa que la poetica de las correrias de ladrones y piratas. Su libre e irreverente vision del mundo es consecuencia de su perenne ocupacion guerrera.
Todo incita a esta voluble gente de guerra a hacer un individualismo indomito que deja de lado toda tradicion y todo derecho.
Todo se consigue con la fuerza corporal, con la habilidad, la astucia, para ellos todo se convierte en motivo de lucha y objeto de aventura personal.
El paso de este periodo es a los primeros tiempos de una especie de monarquia feudal que descansa en la fidelidad personal de los vasallos a su señor, con un etica social que va contra la solidaridad de sangre y de la raza, indivisualista y racionalista de las relaciones morales. La descomposicion gradual de la comunidad se expresa con frecuencia, con muchos conflictos entre parientes. la lealtad de los vasallos resulta mas fuerte que la voz de la sangre.
Viva el Rey!
el problema es que en el gobierno no creen..o no quieren creer que tenemos un problema con la inflacion. Sino mirar el disparate del INDEC. Por otro lado...no hice el calculo, pero sin retenciones...a estos precios internacionales, cual seria el ingreso via impuesto a las ganancias?? Ahhh...claro...el impuesto a las ganancias es coparticipable...las retenciones no..jeje..que vivos que son!!
más allá de lo de coparticipable, el impuesto a las ganancias no sirve para separar el precio interno de aquel del mercado internacional y las retenciones sí. Si se sigue viendo a las retenciones sólo del lado fiscal, es obvio que hay impuestos mejores, pero no hay que dejar de lado su otra dimensión,
Ricardo.
Si con esa guita extra subsidian el consumo delosque realmente lo necesita, ademàs estarìamos haciendo justicia social. Desacoplar precios tambièn sirve para abaratar el baby beef de Puerto Madero.
Retiran libros de circulacion
Los manejos del Indec
Por David Cufré
Aunque de cara a la sociedad el Gobierno niega tozudamente cualquier problema en el Indec, dentro del Ministerio de Economía y en otras dependencias públicas conectadas con la gestión económica resuenan severas críticas por el (des)manejo del organismo de estadísticas. Se plantea que a esta altura la falta de números confiables alimenta las expectativas inflacionarias. Una frase de tono académico resume ese pensamiento: "La información estadística oficial es una base indispensable para el desarrollo sostenible". Quien hacía esa advertencia no es otro que el propio Indec, antes de su "intervención" en enero de 2007. La cita figura en un libro llamado ¿Qué es el Indec?, impreso en 2006, que las autoridades del organismo acaban de retirar de circulación. Sus valiosas definiciones ya no se pueden encontrar ni siquiera en la biblioteca del Instituto, porque la publicación también fue sacada de ahí.
"El Estado nacional debe asegurar la vigencia del derecho a la información", postula el libro caído en desgracia, cuya edición original fue de 30.000 ejemplares. "Para ello -explica- es necesario lograr un alto nivel de objetividad, independencia técnica y profesionalidad en la generación de las estadísticas públicas." La declamación de esos principios no es lo usual desde que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, desembarcó con su gente en el Indec -por instrucción de Néstor Kirchner, primero, y con el respaldo actual de Cristina Fernández- a principios de 2007.
La edición lleva como título ¿Qué es el Indec?. Es una publicación con vocación didáctica, que cuenta las funciones del organismo, cómo está organizado y cuál es el material que produce. Miles de ejemplares fueron enviados a un depósito del Indec, pero algunos pudieron ser rescatados. Página/12 accedió a uno de ellos y buscó luego el libro en el propio Instituto, adonde dijeron que ya no está disponible para su consulta, sin más explicación. Tampoco figura en los catálogos para la venta en la sede del Indec ni en su portal de Internet. En síntesis, desapareció del mapa.
Economistas cercanos al Gobierno entienden que la desnaturalización del Indec es parte del problema de la inflación, ya que al haber roto el termómetro, las empresas -sobre todo las formadoras de precios- tienen el terreno libre para remarcar. Para combatir la inflación por vías heterodoxas, sin enfriar la economía ni subir las tasas de interés ni afectar los salarios, como reclama el FMI, se necesita una intervención eficiente y extendida del Estado en la economía, explican, con la aplicación de políticas sectoriales activas, con fomento a la inversión y respaldo financiero. Esa política sofisticada, madura, que acercaría a la Argentina a países desarrollados, tropieza desde el vamos con el Indec en su situación actual, diagnostican.
Sin embargo, esos economistas dan cuenta de una situación paradójica. Aseguran que el Gobierno enfrenta un problema previo para normalizar el Indec, si ésa fuera su intención, que es la propia escalada de precios. Si en este momento Martín Lousteau presentara un nuevo índice de inflación que reflejara la dinámica de aumentos, el salto sería impactante. Por eso, economistas afines al Gobierno estiman que el Ejecutivo primero intentará desacelerar las subas y después, eventualmente, avanzaría con correcciones en el Indec. Por ahora, en el Instituto no hay ninguna señal de flexibilización, sino todo lo contrario, como lo ejemplifica el penoso destino del libro mencionado.
"Los que integramos el Indec creemos que tenemos un compromiso con la comunidad, en relación con la satisfacción de sus intereses y necesidades de información, buscando permanentemente suministrar datos veraces, pertinentes y oportunos que contribuyan a mejorar la calidad de vida, al progreso de la sociedad y al uso eficiente de los recursos disponibles", sostenía la publicación retirada. El Indec ya decidió que este año no participará con su clásico stand en la Feria del Libro, así como tampoco estuvo en esta oportunidad en ExpoAgro ni concurrirá a las ferias del libro provinciales.
La política de bajar la exposición pública y retirar material bibliográfico llegó a otra publicación histórica del Indec: el Anuario Estadístico. Al igual que el libro ¿Qué es el Indec?, el anuario de 2007 fue enviado a un depósito del organismo. La diferencia es que ese cuadernillo nunca llegó a estar a disposición del público, ya que fue retirado de la sede central del Instituto días antes de su difusión. Las autoridades del Indec ordenaron contar los ejemplares para constatar que no faltara ninguno. El anuario contiene los resultados estadísticos de todo el año 2006, antes del terremoto de enero de 2007.
"Entendemos que para la producción de estadísticas oficiales es necesario contar con valores que aseguren un correcto desempeño de la función pública. En tal sentido, la ética profesional, el respeto mutuo con los restantes actores sociales, la transparencia de los métodos y procedimientos estadísticos utilizados y la independencia técnica de nuestro trabajo constituyen los ejes centrales que fundamentan nuestra labor cotidiana", destacaba el libro editado en 2006. Economistas del arco progresista coinciden con el Gobierno en que el Indec tampoco era un jardín de rosas en el pasado y que existían sectores ligados a consultoras económicas de la city y al pensamiento más conservador. Pero enfatizan que lejos de arreglar ese problema para que el Indec sea más creíble, la intervención oficial agravó el panorama.
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