Parecería que los obreros urbanos, fuesen extranjeros o criollos, porteños o provincianos, gozaban de condiciones laborales bastante favorables. Frente a la expansión de todos los sectores de la economía, los comerciantes e industriales de la ciudad competían por la mano de obra con transportistas, armadores de barcos y estancieros, y todos ellos rivalizaban con las partidas del gobierno provincial que buscaban hombres aptos para luchar en las guerras civiles. Tal pugna parece haber dado cierto grado de libertad al trabajador, a pesar de las leyes municipales que castigaban la vagancia y ligaban a los trabajadores a sus ocupaciones. Al comentar acerca de la falta de disciplina laboral, un residente británico observó que los "operarios" porteños acostumbraban tomarse el día libre cuando llovía. Un saladerista se quejó al jefe de policía que sus trabajadores lo insultaban atrevida y frecuentemente (...) Estas observaciones no significan que la policía reprimía a las clases trabajadoras; sugieren, más bien, que los obreros en Buenos Aires escaseaban y tenían poder de negocicación, e inclusive derechos reconocidos al tiempo libre.
viernes, agosto 15, 2008
malcriados desde la cuna
Dr Pangloss me llama la atención sobre un párrafo del mejor libro de historia económica argentina pre-organización nacional:
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7 comentarios:
blasfemias... date cuenta que no pueden pisar mi alma
Bueno, don Rollo el libro ese, yo creo haberselo mencionado en algun comentario que hice hace tiempo y a lo lejos, pero le puedo garantír que muchas de esas costumbres se mantenían al menos en la década de los 70 (no me refiero al 1870) sino en pleno siglo veinte, así por caso en el servicio militar (tierra)cuando todavía erar obligatorio, si llovía no había mayor actividad excepción de alguna guardia o imaginaria. Además en los años 47 a 50 los cabecitas acostumbraban a remojarse los pies en las fuentes de la plaza de mayo o conforme lo pedia el General abrian las tranqueras para ir a votar y gracias a Evita (la antecesora de Cristina?) las mujeres tuvieron la posibilidad de votar. Después mucho mas adelante algunos militares guardaron las urnas, pero como después perdimos la guerra contra la masonería tacheriana los Argentinos recuperamos la democracia aunque como decía el General por no ser unidos estamos dominados por los de afuera.
La preferencia por el tiempo libre no es una exclusividad argentina. En realidad, parece ser que es una de las primeras reinvindicaciones sindicales, que aparece con el cambio de una sociedad agraria a una industrial.
En el campo, la gente depende del tiempo para trabajar. Se siembra y se cosecha cuando no llueve o no es invierno y el resto del tiempo se puede usar de forma bastante flexible. Eso de cumplir horario en una fábrica era bastante brutal para los que emigraban a la ciudad, ya que no estaban acostumbrados.
Posiblemente al residente británico le haya llamado la atención porque como el proceso fue unos cuantos años antes en su tierra ya no se acordaba de cómo había sido.
Yo una vez leí que en Irlanda hubo una huelga porque no los dejaban salir a tomarse la cerveza de la media mañana. Y recuerdo vagamente otra de trabajadores portuarios en algún lugar de EE.UU a fines del siglo XIX que protestaban por algo parecido, pero ahí se trataba de alcoholes más potentes que la cerveza.
Che, rollo, me parece que te fuiste un poco a la mierda con el titulo del post, y la ausencia de alguna aclaración al párrafo hace creer que los derechos laborales son algo malo (de nenes malcriados), o que tener poder de negociación es algo malo (lo malo es pedir más que tu productividad!).
Por favor aclará que fue este post, sino pareciera que el economista (que goza de vacaciones, oficina con aire acondicionado y que si el auto se le rompe, llueve y no consigue taxi llama por telefono y pospone la cita) se queja por los derechos que el mismo dispone.
En la pagina 142 del libro que cita Don Rollo, se puede leer que "Hubo dos modificaciones importantes de los reglamentos librecambistas revolucionarios en las leyes aduaneras de 1836 y 1853. Estas perseguían objetivos políticos-económicos diferentes." Además Jonathan se referencia como profesor de historia en la Universidad de Texas no creo que fuera residente británico, por otra parte los ingleses conocian muy bien America Latina, ya de las épocas de sus invasiones, e incluso con anterioridad a las mismas, la corona inglesa había celebrado como consecuencia de la Paz de Utrech un tratado (el "del Asiento") con la española relacionado con el comercio de esclavos. Mas adelante Rivadavia invertía en la Bolsa de Londres, y la imposibilidad de pagar o amortizar las cuotas del préstamo de la Baring hacía fluctuar de lo lindo las cotizaciones de los bonos en Londres. Tambien en un clásico de la literatura bursátil (1930) The art of speculation" de Philip L.Carret, se puede leer ya que "Prices on the New York Stock Exchange are affected by French politics, German banking, conditions, wars and rumors of wars in the Near East, the Chineses money market, the conditions of the wheat crop in The Argentine, the temper of the Mexican Congress as by a host of domestic influences." Conclusion la forma de explotación agricola que se daba en aquella época era la posible (y de acuerdo con mi modesto conocimiento) no obedecía a reinvindicacion alguna. Posiblemente con el tiempo a alguien tambien se le puede ocurrir comparar a Saco y Vancetti con Contequi y Santillan, pero bueno creo que es adecuar la historia a una ideologia posterior.
Bueno, leyendo a José Hernandez, en "Instrucción del Estanciero" - Editorial Claridad" dice que: "...Cada propietario encierra bajo el alambrado un extenso numero de leguas de campo, arrojando de allí a cuantos no son empleados en las faenas de su establecimiento. Los trabajos rurales tienen sus épocas fijas, fuera de las cuales, la gente tiene forzosamente que permanecer ociosa." No veo que hay de malo en no trabajar cuando en realidad no hace falta hacerlo o es improductivo, o acaso conocés algun profesor que de clases sin alumnos.
El fin de la producción debe ser el bienestar de los seres humanos. Por lo tanto, la relación entre tiempo de trabajo y tiempo libre debería ser tal que permita cubrir las necesidades (de modo que haya bienestar) y no tensar en exceso las fuerzas del que trabaja (de modo que el bienestar que se obtenga por un lado no se pierda por el otro).
Esto, de por sí, es todo un problema. Pero es un problema menor si consideramos la existencia real de un sistema de producción y distribución en el que se tiende a exigir el mayor esfuerzo a los que trabajan y se tiende a concentrar el ingreso en los que son propietarios o administradores.
Entonces ocurre lo que vemos tan a las claras: los propietarios y administradores viven quejándose de la poca propensión que tienen los trabajadores a deslomarse para enriquecer a otros.
La única forma de ocio admisible para los trabajadores viene a ser (y se les administra con frecuencia y generosidad) la desocupación.
Lo más irónico del caso es que recurren a argumentos de tono moral.
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