Mi amigo Robert Barro -not really, pero una vez me invitó a almorzar, pensó que yo tenía futuro- creo que encarna la nueva moda -de los últimos tres días- en el debate sobre el estímulo. Dice que no se trata solamente de "throw money at people" para que tenga más ingresos -que quizás son ahorrados- sino de cambiar los incentivos. Donde creo que Barro se embarra es cuando dice qué es lo que hay que incentivar: "give people incentives to do things like work and produce more". En la misma línea, Mankiw se sintió obligado a decir cuál sería su plan de estímulo favorito, y es bajar los impuestos al trabajo.
Creo que ambos están equivocados -sí, Barro y Mankiw, respectivamente autores del manual clásico y el manual keynesiano más leídos de las últimas décadas-. Estamos en una situación en la que lo que constriñe a las empresas no es exactamente la escasa rentabilidad sino la falta de demanda. Una baja de impuestos al trabajo equivale a una reducción salarial. Sí, eso haría que ofrecieran más bienes a los precios vigentes, o los mismos bienes a precios más bajos. Pero para que aumente la producción tiene que haber más demanda, y en este momento no la hay. Cierto es que si no bajan los salarios, la reducción de precios podría incrementar la demanda. (Nota wonkish: acá sí hay una diferencia entre reducción salarial y reducción de los impuestos al trabajo: con la reducción salarial, la caída consecuente de precios no tiene ningún efecto sobre la demanda porque el salario real no cambió). Pero para eso tiene más sentido directamente bajar los impuestos al consumo. (En ambos casos, debe quedar claro que se trata de algo temporario, de manera que el incentivo sea a anticipar, o al menos no posponer, consumos).
En todo caso, distinción saludable esta entre el efecto-incentivo y el efecto-ingreso de la política fiscal. El NYTymes nos trae una fabulosa historia sobre cómo se ve una economía después de diez años de respirador artificial, es decir, de gasto público tratando de levantar la demanda. Juárez Celman un poroto: puentes colgantes de primera por los que no pasan autos (bueh, ejem, nosotros hicimos uno en el río Quequén en el año 29, cuando sólo había cuatro puentes colgantes en el mundo!), empleos públicos a mansalva, y así todo Una Década Perdida.
6 comentarios:
Japón es un país comparativamente pequeño en términos de territorio.
En EE UU, por lo que leí en varias partes, se ha invertido poco en mantenimiento de infraestructura en años recientes y, además, es un país territorialmente muy grande.
Debe haber mucho por hacer sin tirar la plata.
Ahora, de dónde va a salir esa plata? Quién la va a prestar? La van a pagar con los dólares que caigan del helicóptero?
Sólo diré una cosa:
BORDO, Michael D; ERCEG, Christopher J.; EVANS, Charles L. (2000) Money, Sticky Wages, and the Great Depression en The american economic review. de Diciembre de 2000. pags 1447 - 1463.
Eso que pasa en las predicciones del modelo a partir del 33 es por algo que ni Gregorio ni Roberto están teniendo en cuenta.
Aparte, lo que sucedió con los salarios cuando comenzó la trampa para ratones fue parecido a esto que dice Greg.
Barro te invitó to lunch y que pediste hot dog?
Name dropping creo que le dicen...
debe ser jodido llamarse barro.
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