Cuidadosa, como siempre, la columna del amigo Argañaraz en La Platea de Doctrina. Sus párrafos cruciales:
Entre los diversos indicadores que se pueden considerar para medir el esfuerzo que debe hacerse para pagar la deuda está el ratio deuda/PBI. En diciembre de 2008 la deuda sin holdouts equivalía al 44% del PBI y con holdouts al 53% del PBI. Si se hace una visión retrospectiva se aprecia que a fines de 2001 se debía un 55% del PIB.
Es decir que en materia de esfuerzo, según este indicador, prácticamente se está en igual situación que en los momentos previos a la devaluación de 2002. Los años de ahorro fiscal no se han podido traducir en una baja sustancial del nivel de deuda relativa.
Creo que la comparación exagera el problema. Vamos por partes:
Cuestión preliminar: ¿cómo están sumados los holdouts? ¿Con la quita tipo 2005 o sin ella?
Cuestión medular 1: la deuda interestatal no hay que contarla. ¿Qué quiere decir que el gobierno le debe al ANSES o al Banco Central? Para mí es una cuestión de nombres. No lo jodan a Néstor con esto que si no la próxima en vez de pedirle plata "prestada" a Redrado o a Bodou directamente se la manotea para que no lo acusen de aumentar la deuda. O hace como los militares: la autonomía financiera de las empresas públicas, e incluye allí al ANSES. El "Estado" no se endeudaba, se endeudaban sus empresas.
Cuestión medular 2: la tasa de interés de nuestra deuda es mucho más baja que en 2001. Desde luego, me refiero al interés que se paga en relación con el valor nominal del bono. El año pasado se pagaron por intereses
17.000 millones de pesos; a fines de la convertibilidad, si no me equivoco, se pagaba
algo así como 10.000 millones de dólares. Es decir, pagamos menos de la mitad, y eso que el PBI ahora es bastante mayor. ¿Mayor en cantidades o en dólares? ¿Qué es lo relevante?
Eso nos lleva a la
tercera cuestión medular. La deuda de 55% del PBI en 2001 era con el tipo de cambio que teníamos entonces. Una devaluación de la moneda no acompañada proporcionalmente por inflación llevaba ese ratio a niveles insostenibles, porque estaba dolarizada. Aislemos, por ejemplo, el efecto de la devaluación de 2002. Digamos que por el paso de 1 a 3 el PBI subía 50% en pesos, es decir que en dólares pasaba de un nivel de 100 a uno de 50. Y la deuda, en dólares, se mantenía en 55. El ratio pasaba de un saque a 110%. Hoy es imposible pensar que la Argentina tendrá una devaluación real de magnitudes comparables. Y, si la tuviera, buena parte de la deuda está en pesos. Si es cierto (como sugiere Nadin) que la inflación en pesos con tipo de cambio fijo empeora nuestra situación de deuda, entonces tiene que ser cierta la inversa: la depreciación real de la moneda *mejoraría* el ratio deuda/PBI.
El primer comentarista me apunta una
cuestión medular 4. El perfil de vencimientos es muy diferente. Mucho más favorable esta vez. No es que nos hayan prestado más largo, es que en la reestructuración enchufamos unos bonos bellísimos, algunos de los cuales pagarán nuestros hijos y nietos.
¿Estamos bien, entonces? No, y eso es lo lamentable: con condiciones estrucutrales muy superiores a las de 2001, padecemos sin embargo un riesgo país altísimo. Nuestro riesgo país (mejor dicho, nuestro diferencial, por ejemplo con Brasil) es puro boludismo: menjunes en el INDEC, imprevisibilidad con contratos financieros externos (París, holdouts) e internos (AFJPs). Digo que es lamentable, aunque por otro lado el Riesgo País Boludo tiene la ventaja de que desaparece rápido. Tan sólo hace falta que termine la Era de la Boludez.