jueves, febrero 16, 2006

mao y hitler también tenían un librito, ¿y qué?

Los acuerdos de precios de Felisa de Lazzari tienen sus sostenedores teóricos: Maximiliano Montenegro y Miguel Olivera. No leí el libro que citan, pero cuando veo en un solo párrafo una enumeración difusa de sustantivos modernos (como globalización, europeización) o deseables (como incorporación de la mujer, eficiencia de los gobiernos) me huele a agenda, a "sumemos muchos malos argumentos que hacen uno bueno". Y no: una suma de pequeños argumentos es la prueba cabal de que no tenés un point. Mirá:

Tanto es así que algunos autores* hablan de una nueva variedad competitiva del capitalismo: el capitalismo corporativo, “una estructura institucional para la consulta regular en asuntos como salarios, inversiones y seguridad social entre el capital y el trabajo organizados (así como también los políticos en la variedad tripartita del corporatismo)”. Todas estas experiencias enfrentaron cambios en el contexto externo muy importantes, la globalización y la europeización, que “aumentaron los flujos de comercio y capitales, tendieron a incorporar más mujeres casadas a la economía e incrementaron la presión sobre los gobiernos a hacer más eficiente sus sectores públicos”. La ventaja competitiva de este modelo radicaría en que abre la “posibilidad institucional de negociar objetivos sociales, económicos y, si es necesario, ambientales, ajustando salarios, ganancias, impuestos, beneficios de la seguridad social y desarrollo regional.

Los acuerdos de precios, se supone, tienen como objetivo estabilizar los precios. Antes de ver si ayudan a la incorporación femenina al mercado de trabajo, estaría bueno discutir lo otro: ¿sirven para parar la inflación?. Primer punto: está claro que sin acuerdos las economías pueden tener precios estables, witness Argentina 1991-2001, o la mayoría de los países del mundo en la actualidad. Entonces: el problema de la inflación no era que no había acuerdos; era otro. Estaría bueno entonces pensar cuál era el problema en su origen. Yo digo: dólar alto. Pongámonos de acuerdo en las causas de la inflación y veamos la solución, ¿no? OK, si me decís: "el objetivo es retrasar lo más posible la inevitable apreciación real", ta bien, ahí nos ponemos a discutir. Unos dirán que la atrasás seis meses, otros dos, otros nada. Yo no sé, quizás diría que dos, con suerte. Pero está ahí, para discutirse.

Y ese párrafo final comparando el efecto que tendría una baja del dólar actual con las experiencias de Cavallo y Martínez de Hoz es canallesco. Bah, es fiaca. Es "Estoy terminando un artículo, ¿qué remate le meto? Ya sé, ya sé, le pego a Martínez de Hoz, no falla. Y encima digo que Cavallo era ortodoxo, total, un poco de imprecisión no molesta". Con Martínez de Hoz nuestro PBI en dólares era 14000, con Cavallo 9000, ahora es 3 lucas y pico. Nada que ver una cosa con otra.

Otro día discutimos qué capitalismo nos gusta, si el de Estados Unidos, el de las concertaciones europeas, etc. Son modas. En los 70s, antes de la explosión del desempleo europeo, la onda era la que dicen Montenegro y Olivera: países tipo Austria o los nórdicos eran alabados por su coordinación. Después vino el desempleo europeo, y en los 80 el grito de la moda era Japón: long term relationship entre empleados y empleadores. Cuando llegó la deflación nipona, USA volvió a ser el ejemplo, con sus relaciones de trabajo atomísticas y flexibles. No sé, es otro debate.

La política económica es discutir cuánto sale el yogur bebible con cereales y queremos hacerla tributaria de sesudos libros europeos. Plis.

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