El Karpov-Kasparov del 84 fue épico. Casi como cuando en Héroes dicen algo así (imaginate una voz entre la de Pancho Ibáñez y la del locutor de Historias de la Argentina Secreta):
Karpov: el comunista que gusta de los sesgados y arteros alfiles; Kasparov: el genio imberbe de la resitencia en Bakú que prefiere los revoltosos caballos. El hombre de Monolingua estaba a muerte con Kasparov; Rollo, tímido y temoroso de las rebeliones, prefería a Karpov a pesar de ser un hombre de los corceles. A las tardes de los lunes, miércoles y viernes, después del Nesquik con Okebon, llamábamos religiosamente a la redacción de Clarín, pedíamos "Con sección Deportes, por favor" y a quien atendiera le preguntábamos, con las manos sudadas de ansiedad: "¿No sabe cómo salió hoy Karpov-Kasparov". "Tablas" era la respuesta más frecuente. Ahora en cambio si querés saber cómo va Nalbandian podés leerlo en Clarín o en La Nación, pero también en Daviscup.com o, supongo, en otros ochenta mil lugares.El 29 de junio, dos grandes del fútbol planetario disputan en el Estadio Azteca la final de la Copa del Mundo. Alemania: los maestros de la defensa; Argentina: los creadores. Son dos recientes campeones mundiales que conocen perfectamente bien tanto la presión de la mayor oportunidad como el valor del premio final.
¿A qué viene todo esto? Los diarios tenían entonces la información, fabricaban la noticia. Había que llamarlos por teléfono. Yo no sé mucho de esto, yo estoy seguro de que esto está muy estudiado: la infuencia de internet, el rol de los diarios, etc. Mi punto es: hoy la noticia es un commodity. Hoy la noticia no tiene ningún valor agregado. Los mil millones de habitantes que están del buen lado del digital divide pueden subir una noticia a la web, o llamar a alguien que la suba: la noticia llega al medio, no el medio a la noticia.
Me pregunto, porque es viernes, si no es hora de fabricar el diario de análisis: el híperblog. El medio online -al menos para empezar, para que sea más barato- que observa inteligentemente la noticia y le agrega valor: la combina con otras, la lee con los matices de los cientos de fabricantes de commodities, le agrega sal y pimienta, la escribe bien, y la pega. En fin, no es un proyecto: es un pronóstico.
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