martes, agosto 08, 2006

moreno no sé, perón sí

De las 45 aperturas de precios relevados por el INDEC cuyos valores y ponderaciones pude encontrar en la web, elegí 7 que fueran emblemáticos de la política de precios del gobierno, y armé esta tablita:



Estos 7 rubros representan un tercio de la canasta de consumo (32,7%), pero aportaron tan sólo dos décimas y media al índice acumulado de 5,5% de inflación hasta julio. Si todos los precios hubieran subido como el de estos rubros, la inflación habría sido 0,8%, un anualizado de 1,4%, entre los más bajos del mundo.

O, al contrario: ¿cuánto habría sido la inflación si esos 7 renglones se hubieran movido como el resto del índice? 7,8%. Ese 7,8% hasta julio se transforma en un 13,7% diciembre a diciembre. Y acá no estamos contando un factor de segunda vuelta: si Kirchner consiguió que los aumentos salariales via sindicatos fueran menores al 20% fue en buena parte gracias a que se había desactivado la expectativa de una inflación alta. Es decir: si sacamos los productos con tarifas congeladas y los dos grandes rubros en los que se incrementó la presión anti-exportadora (láctos y carnes) tenemos una inflación de, por lo menos, 15% anual. El disparate de Rollo ya no era tan papelonero!

¿Que en lugar de eso hayamos acumulado 5,5% es, entonces, un éxito del gobierno? ¿O, al contario, revela que se está incubando una catástrofe cuando se liberalicen los precios?

Antes de juzgar tratemos de dar dimensiones a la influencia del gobierno. La diferencia entre el 7,8% y el 5,5% no mide con precisión la eficacia de la "política de precios". La pregunta es contrafáctica: ¿cuánto subieron los precios con todos los controles? ¿cuánto habrían subido sin ellos? Otros han intentado medir esa influencia. Acá sólo decimos que fue decisiva la política anti-exportadoras y de tarifas.

Los servicios públicos tendrían que haber subido no menos sino bastante más que la inflación si el gobierno hubiera ajustado las tarifas como a los servicios privados, que se han inflado más que el nivel general de precios. En carne no habría habido deflación, seguro, y posiblemente inflación por aquellas ventajosas condiciones del mercado internacional que Felisa de Lazzari *denunció* al fundamentar la suspensión de exportaciones, y además la carne en la carnicería tiene todo un componente no comerciable que también ha crecido. El rubro "funcionamiento y mantenimiento de vehículos" tendría que haber subido mucho más que el 3,9% por la suba del petróleo. Me animaría a decir, entonces, que con una política "neutral" estos 7 rubros habrían subido no menos y quizás un poco más que los productos comprendidose en los dos tercios restantes de la canasta. El Factor Perón (inventor de las retenciones para bajar los precios al consumo, y también pionero en el congelamiento de precios) pesó mucho.

El Factor Moreno es más difícil de medir. En los rubros morenistas la inflación -esencialmente, otros artículos de los que comprás en el súper- no ha bajado, pero no estamos seguros si habrían subido todavía más sin su influencia. Moreno, entonces, no sé; Perón solito nos salvó del 15% o más.

Hasta ahí la parte descriptiva. Pero hay que jugársela: si las retenciones, las tarifas congeladas y -quizás- las presiones de Moreno nos compraron una inflación de casi un dígito anual, en lugar de una de 15% o más, ¿valieron la pena? El beneficio es clarísimo: no cruzar el límite a partir del cual la inflación se vuelve inercial por los mecanismos de indexación. Acá la frontera es tan difusa como en el tema del aborto: no sabemos exactamente cuando empiezan esos mecanismos, pero en un dígito todavía no empiezan, y arriba de 15% empezaron casi seguro. Entonces: la "política de precios" evitó, al menos por ahora, despertar la inflación inercial. Es un logro que vale oro, porque una vez despertada esa inflación es muy difícil de domar.

¿Y los costos? Bastante obvios: una inversión sesgada en contra de los sectores con precios controlados, en comparación con un sistema de precios libres, con ajustes normales en las tarifas y sin retenciones. Estamos hablando de la energía y del agro. En el caso del agro, habría que computar como suavizante el hecho de que con una política de precios libres -y suponiendo el mismo tipo de cambio fijo que ahora- los costos internos en dólares habrían crecido más rápido al despertarse el miki moko de la inflación. En otras palabras: el aumento de las retenciones a la carne y la leche pueden entenderse como la contribución del campo para mantener por un tiempo un poco más largo un tipo de cambio real alto. Entraríamos ya en una interna rural: estoy diciendo que al agricultor quizás le convino que le aumentaran las retenciones al ganadero.

En la energía el problema parece más grave, aunque me cuestan bastante estos temas ingenieriles. Entiendo que bajo política de precios que estamos comentando, destinada a no cruzar el límite de la inercia inflacionaria, la lógica sería abrir una brecha entre los precios al productor y los precios al consumidor en materia energética: que ENARSA le de guita a los petroleros para que exploren, que a Evo le paguemos los 5 dólares que quiere, etc., y mientras tanto mantenemos el gas a domicilio para que Moyano no se zarpe. Por supuesto que esto tiene un costo fiscal, pero me pregunto si no es un costo que vale la pena pagar si de verdad hace la diferencia -como estamos argumentando- entre despertar y no despertar al monstruo inflacionario.

Entonces, ¿te convertiste Rollo? ¿Estás a favor de los controles? Decididamente no. Estoy tratando de argumentar bajo el supuesto bastante ridículo de que hay que mantener el valor del dólar en términos nominales. Si me obligan a pensar así, sí, estoy a favor. Ahora si me dejaran mover un poco el dólar, llegaríamos a la misma situación de precios relativos a la que forzosamente vamos a llegar pero por una vía menos accidentada, menos inflacionaria y sobre todo más sencilla.

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